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El mundo nos recibirá con los codos abiertos

Jorge Monteagudo propone una mirada divertida al nuevo panorama que se encontrarán los viajeros futuros en el turismo post pandemia.

Programar un viaje en el futuro, no será sencillo. Pagarlo, mucho menos. Pero nada nos impedirá descubrir el mundo nuevo por encima de nuestro barbijo, y quedarnos sin respiración (real).

Los viajeros nos enfrentaremos a lo desconocido, y por eso hay que saber muy bien que nada será igual.

Repasemos algunos problemas elementales a los que deberemos enfrentarnos:

Para armar el viaje, en principio tendremos que asegurarnos que el destino elegido no tenga activado el protocolo “Cuarentena Turista” y nos hagan recluir en un hotel con serio riesgo de endeudamiento vía frigobar.

Hay que tener en cuenta el tema “jaboncitos”, ya que ahora son un elemento de primerísima necesidad en la lucha contra el coronovirus. ¿Será posible llevarlos como souvenir? Es probable que los tengan encadenados a los lavabos para evitar una fuga masiva de glicerina.

Al armar la valija, es imprescindible llevar un rollo de papel film... por si hay que aislarse rápidamente ante una amenaza de estornudo cercana.

Face mask, kinnriemen, máscara facial descartável, coso de tela para la boca... es indudable que regresar al modo turista en la nueva normalidad nos hará ampliar nuestro vocabulario en forma significativa.

Combinar el barbijo con el entorno puede ser un acierto: si vamos al mar, barbijo con estampas de pececitos; si vamos a la montaña, estampas de arbolitos; si vamos a una gran ciudad estampas de smog.

También puede ser vanguardista combinar el barbijo con las medias. Si vamos a estar en ojotas todo el día, el barbijo debe de ser transparente.

Para llevar encima

Es fundamental contemplar un bolsito de mano para portar cámara de fotos, pasaporte, metro digital para mantener la distancia física y suero anti ofídico, por si la aventura se complica.

Si viajaremos en avión, debemos someternos a un “Período de Adaptación” y tener nuestro barbijo colocado en el área adecuada durante las 12 horas que podría durar un traslado con sus respectivas escalas.

Que no nos soprenda que la azafata se aproxime con cautela pero con amabilidad y nos diga: “¿Desearía alguna bebida? ¿Café, whisky, alcohol en gel?”. Será un procedimiento standard.

Una vez llegados a nuestro destino, deberemos evaluar previamente el “Paranoia Mode” y que no se nos aísle en una burbuja sanitizada si, de pronto, nos da un ataque de tos por atragantarnos con un croissant en un pintoresco bar parisino.

El primer signo de análisis del humor social es si en el hotel, hostería o similar nos reciben con los codos abiertos... o si sobre la almohada, en lugar de caramelos hay un spray antibacterial tamaño familiar.

El objetivo de viajar y tomarse vacaciones es disfrutar, pasear, respirar, consumir todos los eventos culturales que podamos fuera de las redes sociales y sin tener la cara pegada al celular. En definitiva, celebrarnos.

Importante: hay que tener en cuenta que en países exóticos está absolutamente prohibido acariciar murciélagos o alimentar a los pangolines.

El atractivo final que es que volveremos repletos de experiencias y de recuerdos. Y que tal vez nos traigamos la cepa de algún virus novedoso y original que podamos compartir con amigos: “Este caracol es del caribe, estas semillas de un bosque nativo y estas ronchas azules de un mercadito en Oriente”.

Bonus track: los hijos

Si tienen chicos, les compartimos una última sabia recomendación: dejarlos con sus abuelas, tías o vecinos porque tras 90 días de cuarentena con ellos ustedes bien se merecen 15 días en alguna isla solitaria, sin ropa ni barbijos y cambiar el alcochol en gel por protector solar 30.

* Jorge Monteagudo es humorista, escritor, dibujante, cantante.