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Maragogi, en el “Caribe brasileño”

Maragogi, conocido como el “Caribe brasileño”, muestra el porqué de esa referencia.
Maragogi, conocido como el “Caribe brasileño”, muestra el porqué de esa referencia.

El nombre de esta ciudad recuerda al primer presidente constitucional del país, Deodoro da Fonseca. El segundo mandatario, Floriano Peixoto, también era de Maceió. 

Desde Maceió y por la misma ruta, a pocos kilómetros se llega a Marechal Deodoro, una de las ciudades históricas, con antiguos caseríos y callecitas que mantienen su pasado colonial.

El nombre de esta ciudad recuerda al primer presidente constitucional del país, Deodoro da Fonseca. El segundo mandatario, Floriano Peixoto, también era de Maceió. El dato curioso es que de un estado tan pequeño hayan surgido los dos primeros presidentes de un país tan grande.

Por otro lado, en Marechal Deodoro realizan el filé, una especie de tejido artesanal genuinamente alagoano. Quienes se encargan de ello son las mujeres y la enseñanza se transmite de madre a hija, para mantener una tradición histórica.

Hacia el litoral norte de Alagoas, el mar es cada vez más cristalino. En la playa de Paripueira se puede embarcar para ir a las piletas naturales o tomar una lancha (por 60 reales) para trasladarse por mar abierto y llegar a Carro Quebrado, donde la playa se pierde con la marea alta por su paredón de acantilado.

Maragogi

A 130 kilómetros de Maceió, en el límite con el estado de Pernambuco, nos encontramos con Maragogi, conocido como el “Caribe brasileño”. Pero, antes hay que hacer un viaje de dos horas por una región serrana y pasar por uno de los ingenios azucareros más grandes del país, la Usina de San Antonio.

Allí se pueden ver plantaciones de caña de azúcar por interminables kilómetros, en los cuales es posible cruzarse, por momentos, con grupos de trabajadores machete en mano que cortan las cañas ya que este trabajo se realiza en forma manual.

Si bien el viaje se puede hacer con un auto alquilado, es recomendable hacerlo con un tour porque es más económico y va acompañado con un guía turístico, que informa sobre la historia del lugar. Lo más importante es que es más seguro, ya que la ruta no está bien señalizada.

Playas y arrecifes

Ahora sí, la frutilla del postre: Maragogi. Este pequeño Caribe brasileño no sólo es famoso por sus playas, sino por su majestuoso arrecife coralino, el segundo más grande del mundo, después de la Gran Barrera en Australia. Los corales crecen en aguas cristalinas y cálidas y, si se cuidan, pueden construir arrecifes de grandes dimensiones.

Esta barrera está ubicada a tan sólo seis kilómetros de la costa. Para quienes gustan del buceo, por 80 reales pueden pasar un momento inolvidable entre peces de infinitos colores y tamaños.

Además, como en varias playas de Alagoas, se pueden visitar las piscinas naturales. A 30 minutos en catamarán, uno se puede encontrar con el agua a la cintura en el medio del océano, pero hay que tomar precauciones, no sólo de una buena crema protectora solar, sino de las condiciones marítimas para poder disfrutar del momento.

Asimismo, la luna influye en esto. En períodos de luna llena o nueva, hay bajamar, entonces se podrá sacar provecho del paseo.

Maragogi se diferencia por su hotelería con régimen all inclusive, uno de los pocos lugares en Brasil que tienen este sistema, aunque también existen posadas con desayuno en la playa.

Alagoas es increíble, es el paraíso en frasco chico.