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Madagascar, una isla de película

La gran isla africana, uno de los últimos paraísos de la biodiversidad, promete aventura en sus bosques y relax en sus playas.

Madagascar, la cuarta isla más grande del mundo después de Groenlandia, Borneo y Nueva Guinea, es un lugar en el que 22 millones de habitantes conviven con lémures, baobabs, cientos de especies de camaleones y playas increíbles.

Ubicada a 416 kilómetros de Mozambique, es parte del continente africano a pesar de que los primeros pobladores provenían de Indonesia. La manera de llegar es en un vuelo de poco más de tres horas desde Johannesburgo a la capital, Antananarivo –Tana, para los amigos–. Tana se extiende sobre cerros de entre 900 y 1.500 metros, en parte cubiertos por vegetación y en parte de roca desnuda. En la colina más alta está el Palacio de la Reina, considerado Patrimonio de la Humanidad, con las mejores vistas a la ciudad.

La aventura empieza en las afueras. La ruta nacional 2, conocida como ruta Tamatave, conduce al Parque Nacional Andasibe Mantadia, a 138 kilómetros, donde vive la estrella nacional: el lémur. En el camino aparecen los arrozales y los pueblitos como Moramanga, donde los pousse pousse –taxis-carros tirados por una persona– se cruzan sin permiso.

DATOS. Información útil para disfrutar de Madagascar.

Conviene hacer una parada en la granja Exotic Madagascar, conocida también como Reserva Peyriéras en homenaje a André Peyriéras, naturalista francés descubridor de una especie de lémur y de dos camaleones que llevan su nombre. En los galpones de la granja viven un centenar de camaleones, todos diferentes. Parecen pintados a mano con colores flúor, caminan con pasmosa lentitud y mueven un ojo con independencia de otro. Además hay iguanas, mariposas, ranas y rarísimos geckos, reptiles que se camuflan con su entorno y se ven iguales a una roca, a un tronco de árbol, a un liquen.

Vakona Forest Lodge es la mejor opción para hospedarse ya que, además de estar muy cerca del Parque Nacional, se encuentra dentro de una reserva de 200 hectáreas de bosque nativo. Basta caminar por alguno de los diez senderos de la zona para ver lémures. Se puede ir solo porque no hay animales peligrosos, pero es mejor ir con guía ya que su ojo entrenado los detecta enseguida. Lo mismo sucede con las mariposas cometa, consideradas una de las más bellas del mundo.

Si bien existen varias especies de lémures, las superestrellas son las dos más grandes, el indri y el sifaca diademado (el de carita negra con una corona blanca), una verdadera celebrity de Hollywood desde que apareció en Pingüinos de Madagascar. Tienen el pelaje del lomo gris, las patas anaranjadas y una larga cola de hasta sesenta centímetros, y se los ve en grupos de hasta nueve. El guía explica que al menos diecisiete especies se han extinguido; entre ellas, el aye-aye gigante, grande como un orangután.

Muy cerca de la reserva del Vakona Lodge está el Parque Nacional Andasibe Mantadia, de 155 kilómetros cuadrados, que permite el avistaje de más lémures y suma el runrún del río Mantadia, con cascadas, extrañas orquídeas y una infinidad de insectos.

El otro gran atractivo

La isla de Nosy Be, a 617 kilómetros al norte de Tana, es una de las postales del paraíso. Desde el aire se ve amarilla por las plantaciones de ylang-ylang, una flor de aroma dulce, y turquesa por sus playas. El único hotel de la isla con sistema todo incluido es Andilana Beach Resort, donde dueño, personal y huéspedes son italianos. La segunda sorpresa, además de escuchar hablar italiano en lugar de malgache, son los lémures del jardín, que no tienen problemas en aceptar mangos y subirse al hombro. Tan esquivos se los veía en Andasibe y aquí son casi una mascota.

Por otro lado, todas las mañanas parten de la orilla excursiones a distintas islas vecinas, como Nosy Mamoko, Nosy Iranja y Nosy Tanikely (nosy quiere decir isla en malgache), y a la noche, los mismos compañeros de viaje se encuentran en el enorme salón comedor, juegan al bingo y participan de concursos de baile.