buscar

Los latinoamericanos de EE UU

Paseo de la Princesa, en el viejo San Juan. Un viaje en calesa para sentirse como en la época colonial.
Paseo de la Princesa, en el viejo San Juan. Un viaje en calesa para sentirse como en la época colonial.

Por más que oficialmente Puerto Rico sea un estado asociado de los Estados Unidos de América, sus habitantes son –y así lo reafirman– latinoamericanos. Un menú de playas paradisíacas; galardones patrimoniales de la Unesco; naturaleza; historia, y cultura.

La información oficial dice que Puerto Rico es un “estado asociado” de los Estados Unidos de América, tal su estatus político, por lo tanto, para visitar esta isla de las Antillas Mayores se requiere contar con visa de los EE UU.

Pero cuando el viajero desciende del avión, todo eso queda desvirtuado: Puerto Rico y los puertorriqueños son bien latinoamericanos y así lo hacen notar a quienes pisan su suelo.

Claro que lo primero que notará el visitante es que le dirán: “Somos pueltoliqueños”. Es que en la isla, al igual que en otros destinos caribeños como República Dominicana o Cuba, la “l” reemplaza a la “r” en muchas palabras, casi todas.

Y esa forma de hablar, sumada al “cantito” que caracteriza a los caribeños, a la simpatía natural y a la cordialidad que les brota por los poros, hará que se “enamole” de la isla y su gente en el acto.

Una vez instalado en su alojamiento, prepare la hoja de ruta  acorde al tiempo que durará su estadía. La sugerencia es sentar la base de operaciones en San Juan, la capital de Puerto Rico, y desde allí recorrer el destino, ya que la isla tiene 180 kilómetros de largo por 56 kilómetros de ancho y una muy buena red de autopistas.

Para hacerlo las opciones son varias, desde rentar un automóvil hasta moverse con taxis y autos de alquiler, que son muy accesibles, así como los “carros públicos”, autos que dan servicio regular entre los pueblos de la isla, a buen precio.

El tamaño de Puerto Rico y su biodiversidad justifican realizar excursiones hacia los cuatro puntos cardinales. Al este de la capital, a una hora en auto, playas de aguas cristalinas y un exuberante bosque húmedo tropical; al oeste, el radio-radar telescopio más grande del mundo; muy cerca, un espectacular sistema de cavernas por uno de los ríos subterráneos más largos del mundo; al sur, la Cordillera Central, la Porta Caribe y Ponce, una ciudad de 300 años, y al nordeste Fajardo y la reserva natural Las Cabezas de San Juan.

Pero hay algunos paseos o excursiones que son particularmente imperdibles o al menos  recomendables.

Las recomendadas

A 35 minutos de San Juan, en auto, queda El Yunque, una de las reservas naturales más antiguas de Occidente, ya que fue área protegida por la corona española desde 1876 y hoy el único bosque tropical en el sistema de bosques nacionales de EE UU.

Desde 1976, El Yunque es una de las biosferas designadas por la Unesco y fue bautizado por el contorno de su cerro principal, que evoca ese instrumento de la herrería. El bosque, que cuenta con un gran régimen de lluvias anual, es un emporio de cascadas, orquídeas silvestres, helechos gigantes, imponentes árboles de tabonuco y palmas.

A un lado de la ruta 191 están las cascadas La Coca y una torre de observación, donde se puede conseguir un mapa y elegir la caminata a realizar por las veredas, clasificadas por grado de dificultad.

La visita a El Yunque se puede combinar con una tarde al sol en la tranquila playa de Luquillo, nombre derivado de Yukiyú, el dios que según los taínos que poblaban la isla habitaba estas montañas. Sus arenas doradas y suaves, con la sombra de majestuosas palmas de coco y bañadas por las aguas claras del Atlántico, conforman la postal clásica de una playa caribeña.  Hay áreas para hacer picnic y quioscos donde se sirven ricas frituras locales.

Ponce

A una hora y media de San Juan, por la ruta 52 hacia el Caribe, se llega a la ciudad de Ponce, que evoca Nueva Orleans o quizás Barcelona, por la cautivante mezcla de arquitectura neoclásica, art deco y criolla.

Esta ciudad está siendo objeto de un ambicioso plan de restauración con un presupuesto de 100 millones de dólares. Algunas de la mejoras ya se pueden disfrutar, como pasear por veredas enmarcadas en mármol rosa o viajar en carruajes tirados por caballos y observar edificios históricos que ya han sido recuperados, la mayoría de ellos en calles que parten desde la Plaza de las Delicias.

Entre los atractivos más destacados está el fantástico Parque de Bombas, excuartel de bomberos pintado con franjas negras y rojas y hoy sede del Centro de Información Turística y museo.

Además se pueden visitar la Casa Armstrong-Poventud y los museos de Música de Puerto Rico de Arte de Ponce, subir por la colina El Vigía hasta el Castillo Serrallés, una mansión al estilo renacimiento español, que fue residencia de la familia Serrallés, los más antiguos fabricantes de ron de la isla que incluye la reconocida marca Don Q.

No sería mala idea pernoctar en Ponce para, al día siguiente, recorrer lugares como la hacienda Buena Vista, una plantación cafetalera del siglo 19 restaurada y el Parque Ceremonial de Tibes, el más antiguo cementerio precolombino de las Antillas.

Destilería Bacardí

Dicen que Bacardí es la destilería de ron más grande del mundo. Al margen de la veracidad de esta afirmación, bien vale la pena empaparse de los secretos del arte de hacer ron.

Cruzando la bahía, desde San Juan, en la Lancha de Cataño, la destilería Bacardí ofrece excursiones diarias a sus 51 hectáreas de jardines y su planta, donde se destilan casi 380 mil litros diarios.

Al principio de la excursión se sirven varios tipos de tragos basados en ron que, claro, van por cuenta de la casa. Pero también hay una tienda en la que se puede comprar toda la variedad de ron de la marca para volver surtidos a casa, incluso con tipos de ron que no se consiguen en otros lugares. Además, se ofrecen desde remeras hasta bolsos de viaje con la marca.

Observatorio de Arecibo

A dos horas al oeste de San Juan, el Observatorio de Arecibo es el radio-radar telescopio más grande del mundo. Allí los científicos rastrean emisiones de ondas de galaxias lejanas, además de pulsares (estrellas que emiten radiaciones) y misteriosos quasar (fuente de energía electromagnética).

Es la sede del programa Search for Extraterrestrial Intelligence (búsqueda de inteligencia extraterrestre, Seti por sus siglas en inglés) que busca indicios de inteligencia extraterrestre. El observatorio se compone de una plataforma suspendida de 544 toneladas métricas sobre un disco de ocho hectáreas, en un sumidero de 172 metros de profundidad.