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Los dilemas de Punta Cana

Es uno de los destinos del Caribe preferidos de los argentinos. El mar, las playas y la gastronomía invitan a hundirse en experiencias casi místicas. Los problemas con los que hay que lidiar cada día: qué color de mar elegir, bajo qué palmera, con qué trago en la mano.

¿Con qué tipos de queso que hay para desayunar me quedo? ¿Anchoas o boquerones? ¿Waffles o pancakes ? ¿Sauna seco o húmedo? ¿Pileta o jacuzzi? ¿Mar celeste o mar verde? ¿Ron dorado o cerveza Presidente?

Los dilemas que se tienen en Punta Cana escapan largamente a los de la vida real. Y esa es la idea. Ya no basta con contar que esa zona de la República Dominicana es, desde hace décadas, un paraíso caribeño de arenas blancas y mar transparente, con vegetación explosiva y palmeras que brindan la sombra justa a cualquier hora del día.

Tampoco alcanza decir que en la última década la infraestructura del lugar creció a ritmo de tsunami, con autopistas que dejaron a minutos aeropuertos y ciudades, y con una hotelería para todos los gustos a lo largo de kilómetros y kilómetros de playa.

Para los amantes del running, además, las playas de Punta Cana siguen siendo una pista natural ideal para correr kilómetros sin piedras ni obstáculos, un momento para llenarse los pulmones de ese aire húmedo que recarga pilas por mucho tiempo.

Además, no hay hotel en Punta Cana que no mantenga una vieja tradición inmodificable: la amabilidad de los dominicanos, que hace que cualquiera –sea en posadas, hoteles de cinco estrellas, bares o colectivos- se sienta como en casa. Y hasta puede que mejor que en casa, según qué casa.

El calor permanente, que nunca baja de los 35º, jamás se transforma en una molestia. Al contrario: invita al mar y a las piletas una y otra vez, para que el confort corporal nunca se pierda.

Por eso no es tan fácil que los turistas se sumen masivamente a los tours que promocionan Santo Domingo y sus alrededores, por ejemplo. La pintoresca capital dominicana requiere una jornada para recorrerla, pero ahí sí el clima se hace sentir. Y hace que muchos, cuando promedia el tour, añoren volver a tirarse en una reposera.

Es distinto el caso de las playas que se pueden recorrer por toda la costa el país, una más virgen que otra, todas compitiendo por el mar más transparente y los palmeras más tupidas sobre las playas blancas.

Y como si todo lo anterior fuera poco, hay en Punta Cana hoteles en una experiencia paradisíaca adentro de ese paraíso.

Como el Grand Bávaro Iberostar de Punta Cana, que Voy de Viaje recorrió durante tres días.

La arquitectura de estos hoteles combinan lo mejor de la tradición taína con un modernismo cuidado para no olvidar nunca que estamos en el Caribe.

Ostentan enormes parques entre las habitaciones, con lagunas donde se pasean cisnes y garzas. Se puede elegir siempre entre tres o cuatro piletas –no falta el bar húmedo en su interior- la playa, jacuzzis y una multiplicidad de bares a todo hora del día. Los vasos casi nunca se vacían.

Más allá de los shows nocturnos de alta factura –magia, circo, bailes- suele haber sorpresas bares especiales sólo para probar puros locales y cubanos.

El casino, la discoteca, los saunas y gimnasios suelen ser espacios comunes que comparten dos o tres hoteles de una misma cadena. Son buenos momentos para tentar la suerte y conocer más gente –casi siempre, muchos argentinos.

DATOS. Información útil de Punta Cana.

[video:https://www.youtube.com/watch?v=NcejvGYDcbI]

Para todos los gustos

La gastronomía es un concepto difícil de describir en Punta Cana. Más que comida, lo que se tiene al alcance es un viaje para llevar el paladar a otros mundos. La variedad es infinita. Según las estrellas y las líneas del hotel, se puede desde untar galletas de semillas con caviar, hasta probar langostas, cangresos e incluso el Kobe japonés.

Ni hablar de las miles de opciones más clásicas, las 24 horas del día.

Hoteles como el Grand Bávaro son sólo para adultos, por lo que la paz es permanente y total. Suele haber sólo parejas y los espacios siempre quedan amplios, y nunca pero nunca se escucha más que el trinar de los pájaros o el ruido de las olas.

Las opciones para familias son más ruidosas pero no por eso ofrecen menos rélax: los club kids vienen cada vez más recargados, con actividades para los chicos que, si ellos están a gusto, pueden durar desde el desayuno hasta la cena. Juegos de mesa y en el agua, películas, paseos y talleres son apenas algunas de las opciones.

Cualquiera sea la opción que se elija, vale la pena. Una vez en la vida.

Para ir con chicos o casarse

Otra playa que suele ser lugar de llegada de argentinos en Dominicana es la de Bayahibe, a una hora y media de Punta Cana por tierra (en rigor, de Argentina proviene la mayoría de los turistas latinoamericanos a este país).

Son playas más vírgenes que las de otros sitios, y menos explotadas aún, por lo que brindan un paisaje aun más selvático. El Hacienda Dominicus es uno de los hoteles construidos en ese lugar. Ofrece más opciones familiares, con mucho entretenimiento para los más chicos, que disponen todo el día de animadores, talleres y otras actividades pensadas para ellos.

Una tendencia que se afianza cada vez más en todos los hoteles, ya sea en Punta Cana o en las otras playas, son los casamientos realizados en la playa, un hábito que muchas parejas eligen para contraer matrimonio y luna de miel al mismo tiempo, y en el mismo sitio.

Los hoteles brindan muchas alternativas para estos eventos, y cada tarde es normal ver en todas las playas a las parejas y a 10 o 20 familiares que comparten ese momento tan especial, descalzos en la arena, todos vestidos de blanco y rodeados de flores rojas.

La excursión a Santo Domingo es otra opción que se puede hacer en un día, si es que la voluntad permite desatornillarse de la reposera y el buffet. Los principales atractivos son la casa de Diego Colón, la catedral y el Panteón de los Héroes de la Patria, entre otros sitios.