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Los colores del País Vasco

El País Vasco está conformado por siete provincias, cuatro de las cuales están en territorio español y las restantes tres en Francia, separadas por los Pirineos.

Si hay un color para describir al País Vasco, es sin ninguna duda el verde, el que predomina en todos sus rincones; tapiza sus lomadas y suaves colinas, y sus bosques de castaños, hayas y robles. Sólo interrumpen ese verde impecable, el blanco de las ovejas que salpican el paisaje y los caseríos coronados con vigas y tejados rojos.

Cuando nosotros, los argentinos, hablamos de País Vasco pensamos automáticamente en España, por más que una gran parte de los inmigrantes de ese origen, que vinieron a nuestro país especialmente los primeros, de 1830 a 1853, provenían del territorio francés.

Un amigo siempre cuenta lo que le pasó en una cena a la que lo habían invitado en Bilbao, cuando le preguntaron sobre el origen de su apellido y, muy seguro, respondió “vasco francés”. Los vascos presentes lo miraron con cara de pocos amigos y le advirtieron: “O eres vasco, o eres francés”. Y tienen razón. Para los vascos, el País Vasco es uno sólo e indivisible, las siete provincias unidas. Pero la realidad nos muestra que están visiblemente diferenciados.

Los Pirineos son el accidente geográfico que los divide: Iparralde, la zona en territorio francés congrega a las provincias de Labort (Lapurdi o Labourd), Sola (Zuberoa o Soule) y Baja Navarra (Nafarroa Beherea o Basse-Navarre) y Egoalde, en territorio español, que comprende las provincias de Vizcaya (Bizkaia), Guipúzcoa (Gipuzkoa), Navarra (Nafarroa Beherea) y Álava (Araba).

Si sumamos la superficie de Iparralde y Egoalde (Francia más España), no ocupan más territorio que la provincia de Tucumán. De ambos lados de la frontera, denominan Euskal Herria (País Vasco) a su tierra y defienden el euskera (idioma vasco),como lengua para expresarse.

En el País Vasco del lado francés viven unos 270.000 habitantes, la mayor parte de ellos en la zona costera del territorio de Labort. La población de esta zona va en ascenso, especialmente en el área de Bayona, Biarritz y Anglet. En tanto en la Baja Navarra y Sola, los pequeños pueblos van mermando la cantidad de residentes.

“No está mal vivir aquí”, dice Maialen, una simpática joven de 25 años que nació, estudió y sigue viviendo en St. Pée sur Nivelle. Los jóvenes no quieren irse a las grandes ciudades, porque allí tienen todo lo que necesitan: el mar a 10 minutos y la montaña ahí mismo; surf y pistas de esquí, en un radio de 50 kilómetros, y las universidades a poca distancia, en Bayonne o, quizá, las más específicas en Bordeaux.

En ese territorio, todo el mundo habla francés, pero uno de cada cuatro habitantes es bilingüe (con el euskera), en especial los niños más pequeños y los mayores de 50 años. Pero, si bien la mayoría lo entiende, no lo utiliza para comunicarse.

No es fácil describir el País Vasco francés, sin caer en lugares comunes y adjetivaciones excesivas. La realidad es que allí todo parece sacado de un cuento: los paisajes; la arquitectura; las calles y los rincones con encanto; la tranquilidad de su gente, y la buena gastronomía. Sin duda, este conjunto de virtudes, lo convierten en un destino perfecto.

Los pimientos de Espelette. Todos los años, en octubre, en la pequeña localidad de Espelette, en la Baja Navarra, se celebra la Fiesta del Pimiento de Espelette. Es un acontecimiento que reúne a miles de personas y sirve de excusa para revalorizar la importancia de las economías regionales, que son la apuesta para que la gente vuelva a poblar los pequeños pueblos con un sustento económico atractivo.

Los pimientos, que se han transformado en un ícono de la zona, son originarios de Sudamérica, más precisamente de la Puna, iguales a los que se cultivan en La Poma. La forma de secado es muy particular y colorida: los pimientos se cosechan a mano a fines de agosto y hasta noviembre; se los clasifica por forma y tamaño, y se los ata en tiras perfectamente alineados uno junto a otro. Estas tiras se cuelgan en los frentes de las casas, para que los rayos del sol hagan su trabajo y brindan un colorido espectáculo que identifica al pequeño pueblo de Espelette.

La gastronomía. Es casi unánime el comentario de las bondades de la gastronomía vasca española. En el caso del País Vasco en Francia, sin duda se come muy bien, pero la comida ha recibido influencias de la cocina francesa.

Son famosos los macarrons de Maison Adam, una pastelería de St. Jean de Luz fundada en 1660 y aún vigente, o los chocolates de Bayonne. Otros productos de la gastronomía vasca son:

Pastel vasco: es un postre que consiste en una masa de pasta de harina, rellena con crema pastelera o con confitura de cereza.

Patxaran: licor de sabor levemente anisado, obtenido de la maceración de endrinas, el fruto color negro azulado de los árboles de endrino. Se le atribuyen propiedades digestivas y se lo bebe generalmente con hielo.

Queso Bravis: es un queso obtenido de las ovejas de esa raza, que pastan en las praderas vascas. Se lo suele acompañar con una confitura de cerezas negras.

Jamón de Bayonne: jamón frotado con sal de Adour, secado al aire en las cercanías del mar, en la zona de Bayonne, y almacenado como mínimo siete meses. Tiene denominación de origen controlada.

Para dormir y comer

Alojamiento
Bed & Breakfast en Sare: 50    euros.
Hotel 3* en Espelette, 70 euros.
Hotel 3* en Biarritz, 90 euros.
Departamento en casa de familia, en Sare, 260 euros la semana.

Comidas
Bodega La Plancha, en St. Jean de Luz: menú, 17,90 euros por persona. A la carta, dos almuerzos con bebidas, 50,30 euros.
Restaurante del Hotel Pikassaria, en Sare, menú con cerveza y copa de vino, 15 euros.
Un café en la vereda de La Coupole, uno de los sitios más frecuentados de Biarritz, 1,70 euro.