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Los Ángeles, de película

Un paseo por la ciudad de las celebridades del cine, tan vertiginosa como de vanguardia.

Anchas avenidas, enormes parques de diversiones, centros comerciales destacados y también autopistas que tejen un enjambre. Glamour y su contracara. Muchas ciudades en una. Los Ángeles, una megalópolis, donde Hollywood es sólo un barrio que se difunde en pantalla grande y por su cartel bordeando lo alto del monte Lee, en la sierra de Santa Mónica.

En la capital artística de California cada día al despertar se siente cómo queda toda la vida por delante, porque en sus entrañas puede apreciarse el perfil de un territorio de innovación y tendencias, de nuevas formas de pensamiento. Fiel a su sello de ciudad vertiginosa, Los Ángeles se contenta con atraer los visitantes hacia el ojo de la tormenta: su maraña de hormigón.

DATOS. Información útil para disfrutar de Los Angeles.

No alcanzan los ojos

Dentro de lo que parece una gran película, las escenas se diferencian por lugares, y si bien cada zona mantiene su idiosincrasia (y hasta su propio olor), hay algunas líneas sutiles que unen al turístico Hollywood Boulevard con el monumental conjunto de edificios esculturales del Downtown.

Con diseño de vanguardia, a fuerza de acero y concreto, hay espacio para casas que sólo cumplen con los mandatos de las disposiciones antisísmicas. Los hitos arquitectónicos van desde el edificio de los Binoculares de Frank Gehry en Venice, pasando por la que se considera la primera residencia privada construida en estilo modernista (la Kings Road House, hecha en 1922 por Rudolph Schindler) en West Hollywood, hasta el famoso Walt Disney Concert Hall, otra creación del arquitecto canadiense. En tanto, el museo The Broad, que resalta con su exterior con forma de rallador de queso y huecos para escaleras mecánicas como agujeros de gusano, alberga una colección de 2.000 obras de 200 artistas contemporáneos y de posguerra.

Un caso particular, y el más alegórico para los viajeros que llegan por primera vez, es el de la ocurrencia marketinera del Paseo de la Fama, que se extiende por cuatro kilómetros y más de 2.500 estrellas, en cuyo interior brilla en dorado el nombre de algún personaje destacado del cine, la televisión, la música, la radio o el teatro. Lo mejor del Hollywood Boulevard se concentra entre las calles Highland y La Brea. Allí aparecen el Dolby Theatre, sede de la ceremonia de los Oscar: el inconfundible Teatro Chino; el legendario hotel Roosevelt; el First National Building; y el museo de cera Madame Tussauds.

Contrastes

En otro punto de la city, en el Distrito de Artes, también son muchos los transeúntes que caminan y se toman fotos y selfies entre los cientos de murales en las paredes de ladrillos de antiguas fábricas convertidas en lofts. Clásicos, modernos, punk y hip-hop, hay de todos los estilos. Inmersos en la enorme complejidad es posible evidenciar los contrastes, esos que adquieren su mayor reflejo en una realidad diaria: L.A. no sólo es hogar de muchas estrellas de cine y de hombres que caminan con traje Armani, sino también de innumerables homeless.

La ciudad se rehúsa a ir con la corriente, incluso la que dice que es una urbe cuadrada y llena de smog, sólo apta para aspirantes de actores y modelos que se la pasan en pose. En la segunda metrópolis de Estados Unidos también hay una buena presencia latina que contribuye a subrayar su esencia abierta, incluso geográficamente, rodeada por espacios despejados en los cuales puede perderse la mirada en el infinito y más allá. Es el caso de la Fundación Getty, que además uno de los centros de arte e investigación más prestigiosos del mundo.

Queda claro que, como dicen por allí, Los Ángeles no es una ciudad que pueda verse, recorrerse o degustarse en un fin de semana. Pero el pantallazo de unas 48 o 72 horas es suficiente para llevarse algunas emociones de una auténtica tierra de película.