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Las termas de Pamukkale

“Castillo de algodón” es la traducción del nombre de esta maravilla natural y arqueológica, ubicada en el sudoeste de Turquía, que además de tener uno de los sitios de aguas termales más hermosos del mundo, conserva las ruinas de la ciudad romana de Hierápolis.

Se trata de una formación de unos 2700 metros de longitud y 160 metros de alto, en cuya planicie más elevada se encuentran los vestigios del imperio romano.

Aunque es un poco complicado para llegar, con varios transbordos de aviones o 10 horas de viaje en colectivo desde Estambul, la promesa de los que estuvieron allí es que vale la pena cualquier sacrificio para pasar el día en el lugar.

La visita guiada, exclusiva para 14 personas cada una, recorre el sitio arqueológico, declarado patrimonio universal por la Unesco, las terrazas de travertino, una roca sedimentaria muy preciada para la construcción, y los baños en piletas y vertientes naturales de aguas termales.

Las propiedades curativas de estas termas, de las que brotan 250 litros por segundo, se atribuyen a la alta concentración de minerales, que son a la vez los que producen las impresionantes configuraciones rocosas de la región, similares a cataratas congeladas, y que atraen a miles de turistas cada año.