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Las islas de las fantasías

(Fotomontaje de Javier Candellero).
(Fotomontaje de Javier Candellero).

Son seis islas (Oahu, Kauai, Maui, Molokai, Gtan Hawai y Lanai) y conforman un ícono mundial en los viajes. En Oahu está la ciudad de Honolulu, la más famosa del archipiélago y la playa Waikiki, uno de los hitos para los viajeros.

El poder de un nombre, el significante de una palabra, Hawai, y 5,30 horas de vuelo desde Los Ángeles con dirección a Asia, prometen y justifican muchas de las cosas que uno imagina de este grupo de islas que parecen un sarpullido en la piel del océano Pacífico.

Un largo vuelo, un largo camino, para encontrarse con el escenario de las fantasías de la gran mayoría de los mortales.

Hawai es un mito. Un ícono mundial de los viajes, la referencia imaginaria de todas las playas, de todos los mares, de todos los exilios. Uno ha escuchado o ha visto, en la televisión, en el cine, en los libros, tanto de estas islas que espera encontrar todas las respuestas.

A decir verdad, lo tiene todo, desde volcanes, playas, cascadas, selvas, bosques, montañas, ríos caudalosos y senderos fascinantes, hasta una cultura exótica, shoppings, negocios lujosos, restaurantes famosos, hoteles increíbles y olas enormes.

Sin embargo la particularidad del archipiélago hace que todas estas atracciones estén repartidas entre las seis islas que lo forman –Oahu, Kauai, Maui, Molokai, Gran Hawai y Lanai– lo que hace difícil conocer todo en poco tiempo.

Puestos a decidir, el destino y el tráfico aéreo hicieron que llegáramos a Oahu y, más precisamente, a la famosa ciudad de Honolulu.

No es la típica ciudad de playa tropical que uno conoce, o más aún que uno imagina, determinada por el mar, la playa, el sol y la vida que de ahí se desprende. Honolulu está muy bien consolidada, prolijamente ordenada, con una infraestructura notable para las dimensiones de la isla y, al mismo tiempo, no ha olvidado que debe su fama y mucho de sus recursos al turismo.

Todo lo que es se lo debe a la impronta de los Estados Unidos con su estilo para levantar ciudades, infraestructura, negocios y también paisajes. Con todo lo bueno y lo malo que eso puede tener, y es en este punto donde cada uno elige.

Waikiki

Honolulu recuesta todo lo que es sobre la famosa playa de Waikiki y sus atardeceres mágicos, con el sol durmiéndose sobre sus olas perfectas. Este es el lugar donde ver y ser visto es el paseo obligado, la zona de los hoteles más importantes, de los negocios, de los surfers, de los jubilados y de todos los que visitamos la ciudad.

La calle serpentea desde la punta de la bahía con el nombre de Ala Moana Bvd, hasta cambiarlo por el de Kalakaua Av. y llegar hasta Diamond Head (una famosa montaña en la punta de Waikiki). En el extremo norte está el enorme centro comercial Ala Moana, con las mejores y más prestigiosas marcas del mundo, un muy lindo lugar para recorrer y disfrutar, ya sea mirando vidrieras o comprando.

Hacia el sur están varios de los hoteles más renombrados de la ciudad, como el Sheraton, que es realmente enorme y tiene un bar donde por la noche hay música en vivo y se mezcla el glamour de una barra muy bien dispuesta, con las antorchas que bailan con la brisa marina, la arena y las olas a unos pocos pasos.

El hotel Westin, ya sobre Kalakaua Av, también comparte categoría y distinción pero está más sobre la playa. De ahí en adelante la calle cambia el ritmo, se hace más activa, más comercial y entretenida.

La playa en sí misma es bastante agradable para ser una playa céntrica, está limpia, el mar es claro y no hay demasiada gente; en definitiva, no hace falta huir de la ciudad para disfrutar del mar y eso siempre es un punto a favor.

A movernos

Al arribar escuchamos, como si fuera un mandamiento, que debíamos recorrer la isla, darle la vuelta y conocer las diferentes caras que tiene para ofrecer.

Después de pasar por un Starbucks y desayunar, no tuvimos mejor idea que alquilar unos scooters para recorrer la isla. Alquilar un scooter en Honolulu es muy fácil y barato, sólo hace falta una tarjeta de crédito, un carné de conductor, ver un video de tres minutos de educación vial y a manejar la motito. Los lentes para sol son obligatorios, pero si no tiene no desespere, allí mismo les venderán unos por cinco dólares.

Como una pequeña manada bramante, salimos por Kalakaua Av. y bordeamos todo Diamond Head. Detrás de la montaña y subiendo por sus calles, hay casas enormes y muy lindas; seguimos camino entre el tráfico (hay muchos autos en Oahu), con el objetivo primario de llegar a una playa que nos habían recomendado y que prometía ser de las mejores en la isla, tanto así que es parque nacional.

Hamauna Beach

La playa está en una amplia bahía bajando una colina. Antes de llegar se paga la entrada e indefectiblemente se tiene que presenciar un video que explica la biodiversidad de Hamauna Beach y de sus corales y apuesta a que el turista tome conciencia y proteja.

Luego se desciende la montaña, por un camino empedrado muy pintoresco desde el que se tiene siempre una hermosa vista del mar transparente y colorido de Hawai. La playa es bastante grande, rodeada de palmeras y frondosas plantas tropicales. El mar invita a bañarse y nadar entre corales, si bien el agua no es especialmente cálida.

Hamauna Beach es un gran lugar para pasar un día o al menos una tarde, descansando, nadando, haciendo snorkel y tomando sol. En la playa no hay restaurantes, por lo tanto, si quiere, el visitante se debe llevar su propia comida y bebida.

Seguimos girando

Desde Hamauna Beach en adelante el entorno va cambiando. Si bien la ruta sigue contorneándose junto al mar, las ondulaciones del paisaje se hacen notar y comenzamos algunas subidas pronunciadas y descensos, con curvas y contracurvas, disfrutando de la vista del mar desde la altura.

En ese camino hacia la felicidad de intentar conocerlo todo, hicimos una parada fortuita, aunque un poco de crédito le cabe al mapa que mostraba una lonja larguísima de arena; otro poco a la respuesta de la gente cuando preguntamos, y otro poco a la suerte.

Desde la Kananianaole Highway doblamos a la derecha en una de las calles de tierra que se internan camino al mar; son apenas dos cuadras, entre enormes árboles y casas de playa, para llegar a Waimanalo Beach. Esta playa, que también es parte de un parque nacional, es muy amplia, de arenas suaves y blancas, con el mar de variados azules rompiendo con fuerza. La parada fue reconfortante, pero cuando miramos el reloj nos dimos cuenta de que Oahu no se puede conocer en un solo día. Buscaríamos revancha.