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La vuelta al Caribe en siete noches

Antigua y Barbuda.
Antigua y Barbuda.

Cinco islas y una ciudad que alberga toda la historia del encuentro de dos continentes.

En sólo siete días, que parecen toda una aventura para los sentidos, el crucero Zenith, de la firma española Pullmantur, ofrece un viaje maravilloso.

Porque no se trata sólo de adentrarse en el Caribe profundo y disfrutar de sus bondades naturales, sino que también es todo un baño de historia y culturas diversas en el mismo viaje.

Un recorrido que nada tiene de azar. Cada uno de los destinos fue elegido por una oficina especial de la firma que se encarga justamente de eso: que nada quede librado a los destinos de la fortuna.

La idea, explican en Pullmantur, es que en el mismo viaje se puedan disfrutar lugares tan hermosos como distintos entre sí. O sea, que al finalizar el recorrido, nadie se baje desilusionado del crucero. Y vayan si lo logran.

Tras partir de Santo Domingo, la primera escala son las playas de La Romana, también en República Dominicana.

La Romana.
La Romana.

Es lo que se llama una isla de catálogo. A la vuelta de Punta Cana (a una hora y media en auto), tiene todos los colores justos para elegirla como un destino que jamás defraudará.

Según se rastrea en la web, "la ciudad debe su nombre a una antigua balanza romana de gran tamaño que en el siglo XVI servía para pesar las mercancías que transitaban por el puerto, muy importante en aquella época, y propiedad de una familia originaria de Roma".

A las 7.30, cuando el Zenith ya atracó, el sol está a pleno. Justo para ir al mar.

Pero antes, mejor tomarse un tiempo para recorrer un poco de esta parte del mundo que afamados deportistas universales y estrellas de Hollywood hace ya un tiempo eligieron como su rincón secreto.

Casa de Campo es sólo una postal de una infraestructura que combina opulencia con verde y una historia que se hizo de nuevo: Altos de Chavón, una réplica de una aldea mediterránea del Siglo XVII que alberga grandes celebraciones de ricos y famosos.

De allí, en un paseo de 20 minutos en lancha, se llega a un sitio que tiene todo lo que la palabra playa significa: Isla Saona.

Allí se filmó "El Lago Azul" en 1980. Toda una referencia para búsqueda rápida en Google.

Menos de 24 horas después, toca el puerto de la exclusiva isla Philipsburg (en Sint Maarten), mitad holandesa y mitad francesa.

St Maarten.
St Maarten.

Dos gobiernos locales se reparten una porción de tierra que parece una gran tienda de categoría en el medio del Caribe.

Allí no todo se reduce a ver la panza de un avión apenas unos metros arriba de tu cabeza mientras te das un chapuzón en el mar, ya que la cercanía del aeropuerto con el agua generó un espectáculo insólito que atrae demasiadas miradas.

En total, hay 37 playas –una especial para nudistas–, para 70 mil habitantes que todo el año recibe a miles de turistas de todo el mundo.

En el mar que saborea las arenas de Orient Bay Beach el trabajo es uno sólo: hacer la plancha y flotar de cara al sol.

El contraste inmediato es casi total. En el amanecer siguiente, de la opulencia de esta isla pasamos a los encantos de Antigua (en Antigua y Barbuda)

Saint John\'s es la capital de este país que fue colonia británica y alberga, en total, 90 mil personas que se reparten en las 365 playas que hacen de Antigua un rincón único.

La isla aún forma parte del Commonwealth y mantiene el legado inglés, no sólo en el idioma (que se mezcla con un dialecto propio muy difícil de comprender de inmediato) sino también en el clásico volante a la derecha.

La isla combina encantos naturales que no sólo ofrecen nadar con rayas enormes y peces multicolores, sino también una estructura autóctona e histórica de una riqueza notable.

Aún es posible visitar los restos de las 40 fortalezas que protegieron sus puertos, o los molinos de cañas de azúcar que forman parte de la otra historia de este continente.

En Antigua, cuentan sus habitantes, el tiempo corre de otra manera. Allí se jactan de tener uno de los mayores índices de longevidad. Es que en medio de tanta belleza, sólo aturde el ronroneo del mar.

"Saint John\'s cuenta con un nuevo muelle para navíos de crucero, un centro comercial y numerosas tiendas, y una gran oferta hotelera, que hacen de la ciudad un centro de turístico con una gran oferta para hacer compras y salir a cenar", se agrega en una rápida descripción en la web.

Cuando parece que ya no hay más márgen para la sorpresa, todo troca al verde húmedo de Santa Lucía.

Santa Lucía.
Santa Lucía.

Tierra del premio Nobel de Literatura Derek Alton Walcott (1930-2017), distinguido por su poema "Omeros", publicado en 1990, Santa Lucía es otra isla de contrastes coloridos, dulces y aromáticos.

En esta colonia que británicos y franceses se pasaron (o quitaron) de mano en mano en siete oportunidades, abunda el verde y la humedad.

Durante mucho tiempo, el plátano fue su industria por excelencia, además del turismo.

Tiene 158 kilómetros de línea costera, al que se llega por vía aérea o marítima, por lo que los enormes cruceros suelen arribar seguido a esas playas.

Al adentrarse, el visitante encuentra una flora única en esa parte del mundo. Una selva tropical en la que sobresalen, por la fuerza del impacto visual, las montañas Pitons, que parecer caer desde el cielo para sumergirse en el mar.

Se trata de la Gros Piton (768 metros sobre el nivel del mar) y la Petit Piton, de 750 metros. En 2004, la Unesco las declaró Patrimonio de la Humanidad.

Sus playas de agua salada y sus 80 ríos dulces le otorgan una riqueza natural que asombra. Es por ellos que varios no dudan en llamarla la isla fértil.

Antes de emprender la vuelta, toca la imponencia de Barbados.

En esta colonia inglesa bañada por el Caribe y el Atlántico, sus 290 mil habitantes a veces sueñan que se encuentran en una Londres a baja escala, exclusiva y distante.

No sólo se puede nadar con tortugas o dejarse flotar en el mar turquesa, sino que entre estas tierras, al igual que en las islas anteriores, también se esconde una historia de conquistadores, piratas y esclavos.

Sólo caminar descalzo por sus arenas supone una experiencia diferente y complaciente. Compararla con talco, lugar común a esta altura del viaje, suena a poco.

Opulencia y sangre, en medio de un paisaje que impresiona por su belleza.

Hoy, mansiones, hoteles de lujo, un centro comercial que nada tiene que envidiarle a las grandes tiendas del mundo y visitantes de la alta sociedad terminan por generar en Barbados una exclusividad que no se repite a lo largo del viaje.

Pero no todo ha terminado. Al llegar, espera un paseo por el casco histórico de Santo Domingo: allí, donde Colón llegó y el continente comenzó a escribir otra historia.

Es otro paseo más en medio de un viaje donde, como se escribió al comienzo, se descubre la belleza del Caribe y la memoria de toda una porción del mundo.

Santo Domingo.
Santo Domingo.