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La vida entre puentes y canales

El romanticismo viaja por los canales.
El romanticismo viaja por los canales.

El nombre de la hermosa ciudad belga proviene del término noruego “briggia”, que significa puente, muelle, atracadero. Atravesada por numerosos canales, permite disfrutar del casco histórico, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

El punto neurálgico de Brujas es el Grote Mark, o Plaza Mayor, donde habitualmente se hace el mercado, reducto de armoniosa y colorida arquitectura.

La Plaza Mayor está rodeada por el edificio del Palacio Provincial y el imponente monumento conocido como Atalaya, o la Torre Belfort, símbolo de la libertad y de la autonomía de la ciudad. La torre tiene 83 metros de alto y 366 escalones la separan del carillón, que consta de 47 campanas.

En la Plaza Mayor, una estatua recuerda a los héroes locales que lucharon en la batalla de las Espuelas de Oro en 1302.

Otro de los sitios más emblemáticos de la ciudad es la iglesia Nuestra Señora, que tiene la torre de ladrillo más alta de Europa (122 metros) y en cuyo interior atesora una excelente colección de obras de arte, como la famosa escultura de Miguel Ángel Virgen con el Niño, y además contiene sepulcros del siglo XIII y el mausoleo de María de Borgoña y Carlos el Temerario.

Vida urbana. Del otro lado de la plaza se encuentran numerosos bares y restaurantes muy típicos con mesas y sillas sobre la calle por la que sólo circulan bicicletas y carruajes a caballos que utilizan los turistas para hacer paseos citadinos.

A quien llega a Brujas se le aconseja recorrerla a pie, porque todo está concentrado en un puñado de callecitas irregulares, llenas de negocios de recuerdos y regalos. En esos vericuetos hay también un enorme caudal de historia que se remonta a unos 800 años, cuando la ciudad era la primera gran capital del Condado de Flandes y una de las más importantes urbes comerciales del Viejo Mundo.

De aquella época quedan vestigios de murallas, torres y puertas de acceso muy bien conservadas, puestas en valor. Lo mismo que el edificio del Ayuntamiento que data de 1376 y lo posiciona como uno de los consistorios más antiguos de los Países Bajos. Precisamente, en el interior del edificio municipal sorprende la Sala Gótica con una bóveda policromada y pinturas murales de 1900.

El Ayuntamiento se encuentra en la plaza Burg que también colinda con la Basílica de la Sagrada Sangre, donde se guardan gotas de la sangre de Cristo que fueron trasladadas desde Tierra Santa y colocadas en el lugar en el templo por el conde de Flandes, en la Segunda Cruzada.

La basílica consta de dos capillas superpuestas, una inferior del siglo XII y una superior reconstruida en el siglo 19, de estilo gótico y a la que se llega por una estrecha escalera de piedra.

Los Molinos. En el límite de la ciudad, separando a la antigua villa de la moderna carretera que conduce a Bruselas, se levantaban las murallas.

En ese entorno se construyeron numerosos molinos de viento de los que en la actualidad sólo se conservan cuatro en la zona este, llamada Kruisves.

De ellos, el denominado Sint-Janhuis, de 1770, es el único que aún muele el grano. Se reciben visitas en determinados horarios y para subir hay que hacerlo con mucho cuidado porque tiene una escalera casi vertical.

Los molinos están ubicados sobre una pequeña lomada verde en forma paralela al río Zwyn que rodea la ciudad.

Esa zona es la utilizada por los habitantes para correr por los senderos y como no podía ser de otra manera, andar en bicicleta.

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