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La joya flotante más moderna

Más que evolución, sería la revolución de los cruceros, dicen del Quantum of the Seas, el nuevo barco de Royal Caribbean, cuyo viaje inaugural se realizó recientemente desde el puerto de Nueva York. Un crucero moderno, con mucha y sorprendente tecnología.

La tarde es perfecta. Temperatura primaveral, aunque ya está bien entrado el otoño. Sol que se va escondiendo lentamente y deja en el cielo una sinfonía de rojos, naranjas y amarillos, que se reflejan en los cristales y los aceros de las enormes y estilizadas torres de Manhattan.

El Quantum of the Seas, la más moderna joya de Royal Caribbean ya está presta a partir en su primer viaje en continente americano: un periplo de sólo dos noches reservado a la prensa y a invitados especiales. La sirena anuncia la partida y el barco se desliza lentamente por el río Hudson, escoltado por una nave cisterna que no para de lanzar chorros de agua en señal de festejo.

Un helicóptero no pierde detalle de los movimientos del barco, mientras en cubierta la mayoría de los pasajeros asisten a un momento que difícilmente olviden. Nueva York desde el agua es un show imperdible. La estatua de la Libertad nos despide, verde desde su óxido centenario, y las siluetas de los rascacielos van iluminándose ahora con miles de luces artificiales. En minutos al mar abierto y a apreciar el suave navegar de este enorme edificio flotante.

Cantidades del Quantum

En latín, Quantum significa “cuanto”, de cantidad. Y hablar de cantidades en estos casos, es inevitable: 348 metros de largo, 41 metros de ancho, 22 nudos de velocidad crucero, 16 cubiertas y 16 ascensores para huéspedes y dos cubiertas para tripulación.

Si los 2.090 camarotes se ocuparan de a dos personas, podrían disfrutarlos 4.180 pasajeros, y si ocupan algunos camarotes más de dos pasajeros, hasta 4.900 viajeros. Todos ellos atendidos por 1.500 tripulantes de infinidad de nacionalidades.

Las estadísticas despiertan curiosidad, pero también agotan. Quizá, más entretenido es hablar de comparaciones: el barco es 2,5 veces más alto que la gran pirámide de Guiza, en Egipto; tiene un ancho que equivale al de tres canchas de básquet profesional, y es más largo que cinco aviones Boeing 747 o que 11 ballenas azules, esas que llegan a medir 30 metros.

Finalmente, sus motores producen 4.694 caballos de fuerza cada uno, lo mismo que 24 autos de Fórmula 1. De todos modos, lo mas importante no está en los números, sino en las sensaciones.

Barco inteligente

“El Quantum es un barco que transmite energía, juventud y sofisticación moderna. A cada paso se descubren cosas. Yo participé de varios lanzamientos de barcos de la flota y cada uno fue mejor que el otro, pero siguiendo pasos de evolución previsible. El Quantum no es evolución, es revolución. Es un salto que marca un nuevo tipo de barcos”.

Con ese entusiasmo, Hernán Zini nos cuenta sus sensaciones con esta nueva perla de la flota. Es un argentino que, tras varios años en la compañía, hoy es el responsable de dirigir todas las operaciones marítimas de Royal Caribbean. Dentro de la compañía, prácticamente todo lo que flota depende de él.

Al Quantum lo han definido como un barco inteligente. Y es así. Pero además, es un barco joven, moderno, con clase. Y los huéspedes lo sienten y se sienten así. Ya desde el embarque, se diferencia de otros. El ingreso es fluido gracias a que a los trámites los hace el pasajero desde su casa, conectado on line con su PC, smartphone o tablet. A vuelta de mail, recibe la confirmación de embarque y al llegar a la terminal, sólo tiene que mostrar el pasaporte y el comprobante del trámite, sin hacer fila.

Una vez que entrega su equipaje puede, desde su celular, hacer un seguimiento de su traslado hasta el camarote. Una pulsera inteligente es “la llave” que le permite abrir el camarote, cargar los gastos y las compras o identificarse en los desembarcos.

Todas las reservas para restaurantes o para espectáculos, también se hacen on line. Por eso, para disfrutar del Quantum en forma plena, el huésped debería planificar antes de ingresar al barco qué quiere hacer y cuándo. De esa manera se aprovechan mejor todas las alternativas que la nave ofrece.

Para poder brindar esta plataforma tecnológica Royal Caribbean contrató un nuevo sistema satelital, que provee un ancho de banda más grande que la de toda la industria de cruceros. Gracias a esto, en todos los sectores el Wi-Fi es impecable y tiene la misma velocidad que en tierra y los pasajeros pueden estar conectados con el exterior y con otros huéspedes a bordo.

Todo el entretenimiento 

Cuando alguien sube a estas ciudades flotantes, en algún instante duda y se pregunta si se va a aburrir. Es por eso que las empresas dedican quizá la misma cantidad de tiempo a planificar cómo hacer navegar el coloso que a pensar de qué modo mantener entretenida a esa increíble cantidad de pasajeros.

En el Quantum se atrevieron a incorporar cosas nunca antes puestas sobre un barco. Quién hubiera imaginado poder ver navegar el barco en toda su magnitud en perspectiva, desde el mar y a gran altura. A alguien se le ocurrió montar un gran brazo articulado que se eleva a 90 metros y sale del barco, con una cápsula vidriada en la punta donde 14 personas disfrutan de la vista privilegiada en 360º. En esencia eso es el North Star, quizá la curiosidad más visible de este barco.

Por su parte, el sector de juegos llamado Seaplex, es el espacio interior más grande en cruceros destinado a la diversión. Una cancha de básquet de medidas reglamentarias, se transforma en pista de patinaje sobre ruedas, escuela de circo con trapecio volador y más tarde en pista de autitos chocadores, como los de un moderno parque de diversiones.

A los costados de la pista armaron amplios sectores donde se multiplican flippers y mesas de metegol, pool y ping pong, tejo y todos los juegos imaginables. Desde un sector de Seaplex, y gracias a la óptima conectividad del Quantum, los jugadores, sentados en confortables sillones, pueden competir con otros de todo el mundo a través de Xbox Live, eligiendo múltiples videojuegos en vivo. Entre juego y juego, la pausa ideal es comer los mejores panchos en el mar, despachados desde un food track de última generación.

En las cubiertas exteriores, hay actividades, que conjugan exigencia y diversión. Pileta con olas para practicar surf; muro para escalar Rock Climbing Wall, y el fascinante simulador de paracaidismo Ripcord by iFly, un tubo con turbina vertical que emite un gran chorro de aire. Uno se calza mameluco, casco, antiparras y mucho coraje y se atreve a flotar y volar literalmente, como si cayera de cientos de metros al vacío. No pudimos resistirnos y lo experimentamos. Vale la pena.

*Especial