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La estrella más brillante de la constelación

Conocido como la Gran Manzana, Manhattan es el distrito más pequeño pero el más famoso de Nueva York. Pero el Bronx, Harlem y Brooklyn tienen mucho para descubrir.

El condado más pequeño y, sin embargo, más famoso es sin duda Manhattan. Centro financiero mundial, es sede de numerosos edificios de referencia. Sus calles albergan los más famosos rascacielos que parecen competir por alcanzar el cielo.

Mientras busco algún rayo de sol que logre atravesar las cumbres construidas, resuena en mi memoria la teoría de evolución por selección natural. Según esta, la variabilidad que se introduce en una especie se explica gracias a ciertas características de los individuos que los hacen más aptos para sobrevivir en determinadas condiciones ambientales.

Así explicaban Darwin y Wallace, los ideólogos, el alargamiento de las patas y cuellos de las jirafas que les permitía alimentarse del follaje de árboles más altos. En este caso, pienso, no son jirafas sino edificios que buscan no hojas sino luz. Y dado el caso, en ese instante preciso, los edificios y yo, lejanos por nuestra constitución existencial –ellos de piedra, macizos; yo de algo mutable–, nos emparentamos porque buscamos lo mismo, un rayito de sol.

Deambular por el tejido urbano es dejarse invadir por la mayor expresión de pluralidad cultural. Ideas, formas de concebir el todo (o el algo), estilos, colores, músicas de muchos lugares del mundo toman cuerpo en los peatones que, ajenos al embelesamiento del turista, siguen su trajín diario sin saber que por un momento fueron signos, expresiones, de lo múltiple posible para los ojos del foráneo que quiere registrarlo todo.

El distrito de Manhattan se divide en barrios, cada uno rico en diversidad de ofertas culturales y paisajísticas. En el último tiempo todos los barrios recibieron miles de visitas a partir de la campaña “barrio x barrio”, desarrollada por el brazo turístico de la ciudad, NYC & Company. Cada mes la oficina de turismo se avoca a un barrio en particular y destaca todo su patrimonio cultural.

Así, se puede conocer el East Harlem, también conocido como El Barrio por su fuerte impronta latina, en donde conviven herboristerías chamánicas; La Marqueta, o mercado central, y cafeterías que se jactan de servir el mejor café del mundo. O el West Harlem, barrio donde tuvo lugar el Harlem Renaissance, un movimiento cultural que tuvo fuerte impronta social y fue protagonizado por afroamericanos de clase media descendientes de esclavos, que propusieron construir un lugar habitable para su cultura.

Atravesada a lo largo de toda la isla, Broadway es la calle donde se concentra la mayor actividad teatral. Si bien la mayoría de las salas no se encuentran sobre ella, esta avenida es centro del distrito teatral. Pero de los famosos que la han deambulado, como Audrey Hepburn o el más actual Evan McGregor, no hay ninguno que alcance la talla de Times Square.

Esta esquina, formada por Broadway y la Séptima avenida, es sin duda la celebridad de Manhattan. Sede de los festejos de año nuevo, ha llegado a concentrar dos millones de personas. Lo siento Glenn, estuviste Close.

A medida que se recorre Manhattan hacia el sur, se encuentra el Greenwich Village, una zona residencial que dio lugar a la “generación Beat”. En este barrio se encuentra la Universidad de Nueva York y, por esa razón, concentra en sus calles cierta atmósfera de ebullición estudiantil.

Como muchos, sino la mayoría, de los barrios de la ciudad originalmente era un sector no tan urbanizado y poco habitado y por eso mismo era el lugar elegido por bohemios, como Jack Kerouac y Dylan Thomas. Esta impronta de desafío al sistema, con un fuerte trasfondo de crítica social, fue rápidamente fagocitada por el mercado de bienes raíces que la redujo a un sector chic.

Más hacia el oeste está Hell´s Kitchen cuyo curioso nombre (cocina del infierno) remite a la historia original del sector, vinculada con el narcotráfico y la prostitución. Por su emplazamiento, cercano al distrito de los teatros, convocaba también a muchos artistas. Quizás por nutrirse con esas raíces del under, es hoy uno de los sectores más cotizados de NY.

A pesar de los esfuerzos de inmobiliarias, el barrio se resiste a perder su nombre y en los últimos tiempos se nutrió de nuevos sentidos que se enfocan en su interpretación más culinaria. Sobre la novena, avenida vertebral del barrio, hay un muestrario de los paladares del mundo.

En ese contexto conocimos a Isaco, el dueño del restaurante que lleva su nombre “Trattoria casa di Isaco”. Haciendo gala de un dudoso don de gentes, Isaco es español –canario–, tiene un restaurante italiano y, por la decoración del lugar, supimos que es uno de los imitadores de Elvis Presley.

Con elocuencia sostenida nos hizo saber, sino los cuadros que cubrían las paredes lo anunciaban también, de su gloria pasada como imitador de Elvis y de cómo eso lo llevó a vincularse afectivamente con Sofía Vergara. Salteando las inverosimilitudes de su historia amorosa, Isaco se dedica a la cocina italiana y no a la española porque la pasta-pronto-presta y en un mundo manejado por las agujas del reloj, el tiempo lo es todo.

* Especial