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La Babel del Hemisferio Sur

Melbourne. Con casi un tercio de población extranjera, la segunda ciudad de Oceanía es una verdadera conjunción de culturas.

“Toto’s Pizzeria”, “Il Mercadante Ristorante”, “Café Cavallino”, “Bellisimo Gelatería”. Los carteles hablan más de lo que dicen. Visten verde, blanco y rojo, como si les hiciera falta mostrar más su sentido de pertenencia. Hay aroma a buena comida. Y a certeza: estamos en el barrio de Carlton, la Little Italy (pequeña Italia) de Melbourne.

El camarero saluda y al advertir el origen latino del visitante, cambia el ¿how are you? (¿cómo está usted?) convencional, por un cálido ¿como andiamo ragazzo?. Oriundo de la Toscana, Marco lleva más de 30 años viviendo en Australia. Su inglés es perfecto. Su acento, italianísimo. No conversa, grita. Y con desordenado movimiento de manos, se expresa.

Él, como todos los integrantes de la enorme comunidad peninsular, no disimula sus orígenes. En una ciudad donde casi una de cada tres personas nació en el extranjero, donde se hablan alrededor de 180 lenguas y se practican más de 100 credos religiosos, escasean las razones para sentirse discriminado.

Al fin y al cabo, Melbourne es lo que es gracias a su pluralidad étnica. Un panorama intercultural que se luce sobre el diagrama urbano.

Cada distrito, una identidad. Hoy por hoy, "cosmopolita" es un adjetivo que le cabe a casi cualquier gran ciudad de occidente, pero a pocas les encaja tan bien como a Melbourne. La utilización del término es un recurso gastado, pero insustituible a la hora de hablar de la capital del estado de Victoria. Bastará con salir a dar una vuelta por sus arterias para echar luz sobre el asunto. En la segunda ciudad de Australia, cada comunidad encuentra su espacio vital.

Sirvan como ejemplo el ya citado barrio italiano de Carlton; el distrito griego; el chino, y el gigantesco barrio vietnamita, entre muchos otros. Lejos de funcionar como guetos de asfalto, cada sector resulta un híbrido racial.

Así, uno encuentra varios cafés japoneses en la australiana circunscripción de South Melbourne; europeos bailando salsa, en los boliches brasileños del bohemio e inglés barrio de Fitzroy, y hasta una parrillada argentina, sobre Brunswick Street, donde residen gran cantidad de hindúes. Las corrientes migratorias, empujadas por las urgencias económicas y la necesidad de progreso, se han encargado de darle color y sabor a las calles de Melbourne.

A contramano del fenómeno, el paisaje arquitectónico está fuertemente influenciado por un único estilo foráneo. La mano británica se aprecia en cada obra victoriana (sólo Londres tiene más edificios de este tipo en el mundo).

Clásicos y elegantes, destacan la soberbia terminal de trenes de Flinders Station, el Parlamento, la Catedral de San Patricio, el Ayuntamiento, y los monumentos y lagos que se diseminan por los espléndidos y numerosos parques y jardines locales, como Albert Park o Botanic Garden.