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Hasta 10 familias pueden vivir sobre una isla tejida con totora, en la superficie del Lago Titicaca, a más de 3800 metros de altura sobre el nivel del mar y sin otra tecnología que el uso diestro de las manos y el aprovechamiento de las plantas nativas que crecen sobre el agua.
Los pueblos uros chulluni, habitantes ancestrales de la región andina central de Bolivia y Perú, fabrican sus viviendas sobre islas artificiales, a las que llaman esteras, y que avanzan sobre las aguas para conformar una superficie flotante que puede albergar las casas, también tejidas, donde viven.
La explotación turística de estos asentamientos comenzó hace pocos años y permitió a muchos de sus habitantes desarrollarse en diferentes áreas de atención a los visitantes, con paseos en canoas, salidas de pesca, productos artesanales y gastronómicos, turismo vivencial –donde se puede aprender a tejer con totoras-, alojamiento y otras alternativas que de a poco están dando forma a una de las opciones más originales para los viajeros del altiplano.
Una excursión hasta el lugar puede costar entre u y u para pasar el día o más de u para hacer noche en la aldea, a donde se llega desde la localidad de Puno, a 14 kilómetros de distancia del lago.
Dicen que la noche junto al lago es indescriptible, que las estrellas están más cerca de la tierra y el aire tiene la densidad de los sueños. La convivencia con los nativos agrega a la experiencia el cambio, al menos por algunos días, a un ritmo de vida y conexión con la naturaleza que no existe en otro lugar del mundo.
