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Islandia, un viaje al norte del norte

El espíritu de lo irreal recubre cada paisaje de esta isla de sangre vikinga que, por lejana y misteriosa, hoy se vuelve parte de los nuevos destinos turísticos que hay que conocer.

Playas de arenas negras, imponentes cascadas, géiseres, volcanes, glaciares... La lista de lugares para ver se vuelve infinita en Islandia, pero la naturaleza ha sido amable con los que llegan para descubrirla: muchos de estos fabulosos paisajes se conectan, como en aquellos juegos de la infancia en los que descubríamos una figura uniendo puntos, por una ruta circular. La ruta nacional R1, de 1.332 kilómetros, conocida como el “ringroad” (camino del anillo) que rodea la isla, es la vía perfecta para explorar sus maravillas. Si no se sabe en qué sentido recorrerla, un viajero experimentado aconseja chequear el clima antes de empezar: si llueve al norte, arrancar por el sur, y viceversa.

DATOS. Información útil para recorrer Islandia.

Para embarcarse en este viaje se precisan, al menos, 10 días. Si bien las distancias no son largas y muchos de los sitios de interés están realmente cerca de la ruta principal, el paisaje obligará a parar más de lo previsto para contemplar sus bellezas. Si se cuenta con más tiempo, es posible incluir tours específicos como caminatas en el glaciar, trekking por las montañas y acantilados o visitas a lugares más alejados del trayecto del ringroad, como la preciosa Seyðisfjörður, en los fiordos orientales, o el parque nacional Snaefellsjoekull, sobre la costa oeste (allí donde Julio Verne imaginó el ingreso al centro de la Tierra). Si bien Reikiavik es una ciudad creativa y moderna, de haber poco tiempo, sin dudas conviene relegarla. Lo mejor de este país está en su interior.

Quizá el momento más aconsejable del año para realizar este viaje sea durante la primavera del hemisferio norte, que ofrece un clima benévolo y muchas (¡muchísimas!) horas de luz que permiten extender un poco más la jornada. La contraparte de estas noches luminosas es que las auroras boreales no se pueden observar, y habrá que viajar en invierno si el objetivo es admirar esas increíbles luces árticas.

Un tercio de los islandeses vive en la capital, por lo cual rápidamente uno se acostumbra a recorrer las rutas casi sin compañía. Pero que esto no confunda: los controles no se ven pero hay radares fijos y móviles vigilando que nadie sobrepase la velocidad máxima permitida. Las multas son altas y pueden llegar al resumen de la tarjeta sin previo aviso.

En el sur de la isla las primeras paradas permiten conocer poderosas cataratas, sorprenderse con los géiseres, descubrir las playas negras (producto de las cenizas volcánicas) que rodean a Vik, acercarse al segundo glaciar más grande de Europa, enmudecer frente a un majestuoso lago glaciar y subir hacia las tierras altas para manejar por elevados acantilados. Ya en el este, el viajero se topará con el lago Lagarfljót (en el que la leyenda indica que vive un gusano gigante) y sus frondosos bosques de pinos. Siguiendo la R1 hacia el norte, se observarán los suelos multicolores de Hverir, la caldera volcánica de Krafla, la laguna de Myvatn y la imponente cascada de Goðafoss. Akureyri es la ciudad de referencia al norte, y se la puede visitar antes de continuar hacia Varmahlíð. Este punto se ubica a pocos minutos del Museo Popular de Glaumbær, donde se conserva un conjunto de casas construidas por los granjeros en el siglo XVIII. Ya en este tramo el viaje empieza su fin: la R1 conduce hacia el oeste, pasa por Borgarbyggð y vuelve a la península de Reykjanes. La última parada bien puede ser un baño en las aguas termales.

Desde hace algunos años a esta parte, la industria audiovisual ha puesto el ojo en Islandia, siendo sus paisajes locaciones ideales para distintas series y películas. El despliegue de sus magníficos escenarios naturales en las pantallas de las grandes audiencias ha animado a cientos de miles de turistas a conocer esta isla al norte del norte. Así, poco a poco, Islandia parece estar más cerca.