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Información útil para relajarse en Praia do Forte

El pequeño pueblo de pescadores cautiva con su aspecto pintoresco. 

CÓMO LLEGAR: Por vía aérea, hay vuelos directos de Gol y de Aerolíneas Argentinas a Salvador. Con escalas, por Latam. Luego, conexión por tierra desde Salvador.

RELAX. Praia do Forte en familia.

CÓMO MOVERSE: Se puede alquilar un vehículo en el aeropuerto de Salvador, a un costo aproximado de 150 reales por día, equivalente a unos 900 pesos. En el trayecto a Praia do Forte hay que atravesar una cabina de peaje, a un costo de seis reales (36 pesos).

PASEOS: Proyecto Tamar. Se abona un ingreso de 24 reales (casi 135 pesos). Una familia (dos adultos y dos niños) paga 52 reales (291 pesos). Es gratis para menores de cinco años.

COTIZACIÓN: El dólar cotiza a 3,14 reales. Eso significa que cada real equivale a 5,60 pesos.

ALOJAMIENTO: Desde 174 dólares por persona (unos 3.000 pesos) en Iberostar Bahía, y desde 207 dólares por persona (unos 3.500 pesos) en Iberostar Praia do Forte. El hotel no recibe cheques.

Salvador, un mosaico de contrastes

Es un pecado estar en las playas de Bahía y no dedicar un día a Salvador. Entre casitas montadas en las colinas y construcciones modernas, la ciudad exuda colores y contrastes a cada paso.

En pleno siglo 21, la capital del estado bahiano sigue mostrando retazos de lo que fueran sus días en la época colonial: un punto de concentración entre lo europeo, lo africano y lo americano.

Casi no hay día en que el centro histórico no sea un hormiguero de turistas que serpentean las estrechas calles del siempre vistoso Pelourinho o para descubrir lo que esconden las antiguas iglesias.

Cuando el sol empieza a apagarse, la atracción la ejercen las luces de los bares, restaurantes y espacios culturales del barrio Río Vermelho.

El ciclo de las tortugas

La historia de las tortugas marinas en esta parte del mundo es, si se quiere, paradójica. Los viejos pobladores la tenían incorporada a su dieta alimentaria. Tanto que la moqueca, uno de los tradicionales platos de la gastronomía bahiana, solía prepararse con tortugas.

Pero a finales de la década de 1970 el ciclo cambió, bajo el influjo de la concientización que protagonizaron los conservacionistas. La tortuga marina pasó a ser casi sagrada y las actividades náuticas fueron reguladas y concentradas.

El resultado es una amplia zona protegida, en la que se señalizan y resguardan los lugares en los que se detectan deposiciones de huevos, y se restringe la iluminación nocturna en las playas.

El punto neurálgico es, por cierto, el Proyecto Tamar, que nació hace 37 años en la estructura de lo que actualmente es el Instituto Brasileño de Medio Ambiente.

En septiembre está empezando una nueva temporada de reproducción y en Brasil se pueden encontrar cinco de las siete especies de tortugas marinas que hay en todo el mundo.