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El Guggenheim Bilbao, un museo moderno y con tecnología aeroespacial

Fue inaugurado en 1997 y se convirtió en un referente de la arquitectura moderna. (Museo Guggenheim Bilbao)
Fue inaugurado en 1997 y se convirtió en un referente de la arquitectura moderna. (Museo Guggenheim Bilbao)

Este edificio esconde un par de datos curiosos que seguro te van a sorprender. Agendalo para cuando sea posible viajar.

Ligeramente apoyado sobre el margen la ría de Bilbao (desembocadura de los ríos Nervión e Ibaizábal) se encuentra esta construcción que, de lejos, parece un barco amarrado: el Museo Guggenheim. Para conocer más sobre esta meca del arte contemporáneo te dejamos algunas curiosidades:

Su forma de embarcación

Su estructura exterior se asemeja a la de un barco muy moderno, esto es un elogio, tanto a la zona moderna de la ciudad como a la industrial. Además fue emplazado en la curva de un antiguo muelle de uso portuario y supuso la recuperación de la ría del Nervión para la cultura y el ocio.

Diseño aeroespacial

De solo ver su estructura se puede inferir que su materialización fue compleja, pero lo impensado es que, debido a la complejidad matemática de sus formas, fue necesario emplear un avanzado software utilizado en la industria aeroespacial, para trasladar fielmente el concepto a la estructura.

De titanio

El arquitecto de esta obra monumental, Frank Gehry, diseñó para la cubierta exterior del museo 33.000 planchas de titanio muy finitas, para conseguir el efecto rugoso y orgánico que había imaginado. Además, el material fue elegido por ser uno de los que presentan mayor dureza, pero al mismo tiempo no ser muy pesado.

Un custodio floral

Se instaló en las puertas del museo a Puppy, considerada la mayor estatua floral del mundo, es un cachorro cuya estructura se tapizó de flores frescas que son renovadas regularmente. Puppy, que llegó a Bilbao en 1997 para la inauguración del Guggenheim es un cultivo intensivo de más de 12 metros de altura y 38.000 plantas.

No muy bien recibido

A pesar de su grandeza, es un edificio que contrasta de gran manera con la zona en la que se emplaza, y muchas personas no se amigaron con su forma. Una de las anécdotas más conocidas del museo cuenta que, el célebre escultor Jorge Oteiza, llamó al Guggenheim Bilbao “fábrica de quesos” y se negaba a exhibir en él.