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Este impresionante paseo de Kioto es amor a primera vista

El sakura es uno de los símbolos más conocidos de la cultura japonesa. (123RF)
El sakura es uno de los símbolos más conocidos de la cultura japonesa. (123RF)

Tetsugaku No Michi, o “el camino del filósofo”, estalla en flores cada primavera y es un imperdible si tenés pensado conocer Japón.

¿Te imaginás si tuviésemos una palabra que condense toda la experiencia de "ver flores"? Bueno, en Japón esa palabra existe y se denomina Hanami. Acá la costumbre de disfrutar de esta belleza pasajera de las plantas es tan tradicional que tiene su propio nombre.

Es fácil entender por qué: las postales del país nipón en flor son casi mágicas, los árboles de cerezo tienen su auge entre los meses de marzo y abril, cuando dan a los alrededores de los parques una atmósfera colorida que incluso en fotos, es impresionante.

Dos kilómetros y mucho para ver

Uno de los lugares más lindos para visitar y vivir esta experiencia es Tetsugaku No Michi, un paseo al este de la mítica ciudad de Kioto. Se trata de un recorrido de un par de kilómetros que une dos importantes templos: Ginkaku-ji y Eikan-do. La senda transcurre en paralelo al canal Shishigatani, construido durante el periodo de Meiji (1868-1912).

El acceso está marcado por un cartel que anuncia el inicio del sendero, es de entrada gratuita, al igual que algunos de los sitios históricos y religiosos que esconde dentro. Al ser peatonal es muy tranquilo, en los márgenes hay tiendas y cafeterías donde parar a tomar algo. En el recorrido se encuentran lugares dedicados a la meditación, mausoleos, santuarios y varios templos, entre ellos el Santuario Otoyo, custodiado por roedores de piedra gris que vigilan los alrededores.

La ruta fue nombrada en honor al filósofo y profesor Nishida Kitaro, quien solía meditar entre los cerezos en su camino a la Universidad de Kioto. El intelectual es recordado con un grabado en piedra que recupera uno de sus poemas, escrito en 1934.

Flores, agua corriendo y murmullo constante que viene de las cafeterías; el ambiente es de pura relajación, por si podía mejorar en algo, al atardecer se encienden los farolitos de papel de los santuarios y todo es aún más mágico.