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Estas islas rusas esconden un oscuro secreto

Bañadas por el Mar Blanco, las islas Solovetsky fueron el lugar donde funcionó el primer gulag de la Unión Soviética.

Las islas Solovetsky, hogar de menos de mil personas, son un conjunto de pequeñas tierras ubicadas en la frontera del Círculo Polar Ártico y bañadas por las heladas aguas del Mar Blanco en el golfo de Onega (Rusia). A pesar de que a nivel turístico no son muy conocidas, valen una visita.

Por su remota ubicación, llegar a este grupo de seis islas no es fácil pero tampoco resulta imposible. Cada kilómetro recorrido vale la pena para conocer el monasterio de Solovetsky, fundado por monjes cristianos ortodoxos que buscaban la soledad hace más de 600 años.

Las construcciones realizadas por los monjes –descriptas por la Unesco como “un ejemplo sobresaliente de tenacidad, coraje y diligencia en el inhóspito entorno del norte de Europa”– fueron reconocidas como Patrimonio de la Humanidad en el año 1992.

El monasterio, sumado a salvajes bahías, lagos tranquilos y espesos bosques de pinos, hace de este destino un lugar mágico. Sin embargo, su historia esconde un lado oscuro: ahí funcionó el primer gulag de la Unión Soviética.

¿Qué era un gulag? La palabra se refiere tanto a la institución gubernamental que administraba el sistema penal de campos de trabajo forzados de la URSS como a las prisiones y campos de concentración en sí mismos.

Exilio y detención

Después de la Revolución de Octubre (1917), los monjes que habitaban las islas fueron expulsados y sus construcciones comenzaron a utilizarse como centro de exilio y detención. Ese fue el destino de más de 80.000 personas a lo largo de 16 años, de las cuales 40.000 murieron.

Los prisioneros fueron utilizados como mano de obra barata por el Gobierno ruso. Actualmente, muchas de las construcciones que realizaron siguen en pie, pero la que peores recuerdos guarda está cerca de la colina de Sekirnaya. Allí se encuentra una celda de aislamiento que fue sitio de tortura masiva y ejecuciones de prisioneros. Los que eran trasladados hacia ese lugar sabían que no sobrevivirían.

Para el año 1939, antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial, este gulag se cerró y la isla fue utilizada como campo de entrenamiento para soldados. Recién en 1990 los monjes pudieron recuperar su monasterio.