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Espíritu Santo, la casa de los arrecifes

A 600 kilómetros al norte de Río de Janeiro, en el balneario de Jacaraípe, Municipio de Serra, la famosa Casa de Piedra encierra los misterios del fondo del mar y de la mata atlántica de Brasil. Curiosa galería de arte y templo de paz.

En lo alto de una ladera, en el balneario Jacaraípe, en la unidad federal de Espíritu Santo, sobre la calle Nuestra Señora de Lourdes, emerge ante la vista de los paseantes una especie de “choza submarina”, o eso es lo que parece ser a simple vista el chalé ecológico.

Las paredes levantadas con piedras de arrecifes apiladas, de cuyas grietas cuelgan distintas variedades de plantas, lo cual le da un aspecto de construcción que acaba de surgir del fondo del océano.

Su creador es un ser tan especial como su obra, su nombre es Neusso Ribeiro y lo que él comenzó allá por 1990 como la construcción de su hogar, terminó por convertir al lugar en la actualidad en un espacio creativo y de exposición de

las obras de arte de su pro­pietario.

Cada día recibe alrededor de 200 personas, entre ellas turistas internacionales, contingentes escolares y estudiantes universitarios de arquitectura y carreras afines que visitan el lugar.

Puertas abiertas

Al traspasar sus puertas que están siempre abiertas, la suave música instrumental y la ausencia de un guía de turismo se convierten en parte del encantamiento de esa casa.

“Coloque aquí su oído y escuche el sonido del universo”, reza un cartel colgado sobre el tronco de un árbol convertido en una creativa conexión auditiva con el cosmos, con el cual comienza el paseo.

Neusso se define como un artista autodidacta que utiliza la madera como materia prima y fuente de inspiración, pero no aquella que se tala sino la que él encuentra caída dentro de la rica mata atlántica de la vegetación tropical brasileña.

Por eso su lema es “mi arte es vida después de la muerte”. Así, rescata los troncos y raíces abandonados y los convierte en obras de arte que no son reproducciones ni copias, sino puro arte que proviene de su frondosa imaginación.

Entre sus originales y múltiples obras, Neusso ha creado animales (desde grandes ballenas y caballos hasta enigmáticos seres mitológicos); cuerpos de amantes enlazados en apasionados abrazos y rostros cuyas impresionantes expresiones están inspiradas en los mismos jirones y trazos caprichosos de la madera.

De esta manera, convirtió la casa no sólo en un templo de paz y de contemplación de la naturaleza, sino también en una galería de arte.

Además de piedras de arrecifes y madera, el artista emplea en sus trabajos restos de la industria: pequeños pedazos de mosaicos de cerámicos que salpican el sendero interior de la vivienda y en el baño el parabrisas de un auto que recicló como ventana que mira sin obstáculos directamente al mar.

El techo es de vidrio reciclado de una vieja vitrina, el cual permite disfrutar de una ducha a la luz de las estrellas y de la luna en un ambiente mágico cual spa astronómico.

“Las personas me llaman artista, pero sólo soy un hacedor de cosas”, confiesa Neusso con la humildad que lo caracteriza y que hizo que dejara su refugio natural para compartirlo como espacio cultural.

Esta decisión lo obligó a mudarse a otra vivienda distante 150 metros de la Casa de Piedra, que se caracteriza por tener un primer nivel cuyas habitaciones se conectan entre sí por puentes colgantes de madera.

El taller

Al cruzar la calle, justo al frente de esta casa de arrecifes y madera, Neusso levantó otra que hace las veces de taller, la cual es más sencilla, de un solo nivel pero que en el centro un árbol sustenta la estructura del techo. Allí la arquitectura se amolda a la naturaleza y no a la inversa.

La Casa de Piedra es un chalé rústico que se asemeja a una iglesia con la particularidad de rendir culto al amor y respeto por la naturaleza.

Ese es el motivo de que al ingresar se sienta una energía especial, con la sensación de ser observados por miles de ojos y centenarias voces que susurran mensajes al alma. “Viviendo feliz” es la frase que aparece en uno de los accesos y ese es el sentimiento de los visitantes.