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El Rin arde en llamas

Alemania. Festejo costumbrista donde los fuegos de artificio son los protagonistas. Se celebra entre mayo y setiembre en cinco lugares diferentes del valle del río.

¿Viste alguna vez a un río prenderse fuego? ¿Y a la noche volverse blanca por unos instantes? ¿Escuchaste tronar a las montañas? ¿Nunca observaste a las estrellas bailar, saltar y explotar muy cerca de tu cara? La fiesta del Rin en llamas (Rhein in flammen, en alemán) es tan alucinante como eso, o más.

En la ciudad de Coblenza (Koblenz) faltan segundos para las 23. Aunque el espectáculo principal será en el cielo, la gente se amontona buscando los mejores lugares a las orillas del río. Es que no hay mejor vista que la del castillo Ehrenbreitstein en el fondo, los barcos iluminados con lucecitas de colores y el Rin que irradia el reflejo de los monumentales fuegos artificiales.

“¡Zehn, neun, acht, sieben…!” (10, nueve, ocho, siete…), hacen cuenta regresiva coblences y cientos de visitantes del interior de Alemania y de toda Europa que, como cada año, viajaron  hasta esta pequeña ciudad con la sola excusa de compartir el impactante momento. “¡…Drei, zwei, eins, null!” (tres, dos, uno, cero), brama el público y revientan las luces en el cielo. Los fuegos artificiales destellan al compás de la música.

Algunos suben y explotan en lo alto. Otros, bajan como cortinas centelleantes y se pierden entre las montañas. La gente, toda, en silencio.

Con los ojos y la boca abiertos. Fascinada, hechizada.

Espectáculo itinerante. En Coblenza se da uno de los cinco espectáculos del Rin en llamas. Otras cuatro fiestas de este tipo se suceden desde mayo hasta setiembre a lo largo del Valle Medio del Rin.

En mayo se celebra entre las ciudades de Linz y Bonn; el primer sábado de julio se hace en Bingen y Niederheimbach; y el segundo sábado de agosto entre Braubach y Coblenza.

En setiembre se lo festeja durante dos fines de semana consecutivos: en Oberwesel, el segundo sábado; y en Lorelei, St. Goarshausen y St. Goar, el tercero.

Esquina alemana. Ya desde el mediodía, seducidos por la música que viene desde la Esquina alemana (Deustches Eck), sus habitantes comienzan a bajar por las callecitas de la parte vieja de la ciudad o desde el otro lado del río Mosela, cruzando el puente Balduinbrücke que conecta el centro con las zonas suburbanas.

La Esquina alemana es una saliente geográfica donde se juntan el Mosela y el Rin. Y es el lugar elegido para esta celebración anual.

Uno al lado del otro, decenas de puestos de comida convocan a los asistentes, curiosos por probar las distintas especialidades. Se pueden degustar crepes al estilo francés, con relleno dulce -como manzana o crema- o salado -de atún o queso, entre otros; chocolate artesanal con diferentes formas -los corazones con inscripciones como ich liebe dich (te amo, en alemán) son los que más salen-; y bebidas cubanas -como piña colada o cuba libre-.

Más allá de toda esta variedad gastronómica, costumbre obligada del Rin en llamas es probar la tradicional salchicha a la parrilla de medio metro (bratwurst), acompañada de un vaso de litro de espumosa Königsbacher, la cerveza típica de Coblenza.

Otros de los atractivos son los puestos de artesanías o los juegos de la feria americana, que entretienen tanto a grandes como a chicos.

El comienzo de los recitales indica que falta poco para el gran momento. La música de distintas bandas alemanas acompaña en la espera al público ansioso.

Al caer la tarde, como en una procesión, empiezan a llegar los barcos. Iluminados con lucecitas de colores, traen a viajeros de otras partes de Europa. Uno a uno se van instalando a orillas del río, como buscando la mejor butaca para disfrutar del encuentro pirotécnico nocturno. Las mejores vistas de este espectáculo son, sin dudas, a bordo de uno de estas embarcaciones.

La espera se transforma en sólo un instante, y el momento llega. El cielo estalla en mil colores. Hay magia por todos lados. Desde esa noche en adelante, quien haya estado ahí no se va a cansar de contar que, una vez, vio en llamas al río con más historia del mundo.

La ciudad de las confluencias

Coblenza es una ciudad chiquita. Sin embargo, tiene un detalle único que la hace digna de una visita: la convergencia del Rin y el Mosela, dos de los ríos más importantes de Europa.

De ahí su nombre, que deriva del vocablo latino “confluencia”. Como si fueran el agua y el aceite, estos ríos parecen no juntarse nunca. Así, desde el extremo de la Esquina Alemana se puede observar sin dificultad la línea exacta de contacto entre ellos. Al ser el lugar de la confluencia, la Esquina Alemana se transforma en el sitio más visitado de la ciudad. En ella se erige un monumento con la estatua ecuestre de Guillermo I, prócer de Alemania. Se puede subir al mismo y desde allí disfrutar de una vista panorámica de los dos ríos. Una sorpresa adicional espera a quien se asome por su mirador: descubrirá que la Esquina alemana tiene la forma de la proa de un barco.

La fortaleza de Ehrenbreitstein es otro de los monumentos que resaltan. En la orilla opuesta a la Esquina Alemana, este castillo de estilo barroco comenzó a ser edificado por el año 1000. Construido, desmantelado y reconstruido a lo largo de los siglos, en la actualidad es un museo.

En Coblenza no sólo se juntan dos ríos, históricamente también se mezclaron dos culturas diferentes. Y es el  Schängel, el personaje popular de la ciudad, la viva representación de ello.

Entre 1794 y 1814, Coblenza pertenecía a Francia. A los niños que nacían de parejas mixtas, con madres alemanas, se los llamaba despectivamente Schängel. Esto es porque el nombre más común en esa época era Jean, pero los alemanes tenían dificultad para pronunciar el francés y lo transformaron en Shang. Hoy  el personaje es un orgullo para esta ciudad y se volvió  parte de su identidad. Sagaces, dinámicos y curiosos como el Schängel, así se consideran sus habitantes. Coblenza, una ciudad con más de una confluencia.

Datos

Nombre oficial: Alemania
Capital: Berlín.
Gobierno: democracia parlamentaria.
Población: 82.501 millones de habitantes.
Superficie: 357.000 kilómetros cuadrados.
Idioma: alemán.
Moneda: euro.