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El Caribe más virgen

Si buscas tranquilidad y belleza Mahahual, es la opción perfecta para vos.

Hay lugares en el mundo que uno quisiera que queden así para siempre: mejor no promocionarlos demasiado para que sigan guardando su costado más rústico, casi virginal. Mahahual es uno de ellos, y no por casualidad fue considerado por mucho tiempo como el secreto mejor guardado del Caribe mexicano. Especialmente, por los aficionados a la pesca.

La opción es simple: si estás de viaje en la ciudad de México y querés unos días de playa, podés irte al aeropuerto de Cancún y elegir cualquier destino en esa pujante y bulliciosa zona, o podés elegir el aeropuertito de Chetumal, y de allí una combi directa a Mahahual, en el estado de Quintana Roo.

Silencio. Tranquilidad. Iguanas.

Lo que fue una vieja villa de pescadores, hoy es una nueva villa turística. Tan nueva que todo lo que se ve no tiene ni 10 años, ya que la mayoría del pueblo empezó a reconstruirse tras el paso de Dean, en el año 2007.

Dean no es un empresario hotelero ni el dueño de una cadena gastronómica: fue el huracán con nombre de hombre que se llevó casi el 80 por ciento de la infraestructura del lugar en agosto de aquel año. Por eso parece que todo está a estrenar, y por eso también hay demasiada obra en construcción (obreros sin cesar a lo largo de toda la cuadra frente a la playa), que le presagia un futuro próspero como destino turístico. Parece mejor conocerla ahora (si la idea de las vacaciones está encaminada hacia la vida natural más que a la social), porque ya hasta el muelle llegan cruceros que cambian por unas horas la fisonomía del lugar.

Aguas cálidas muy poco profundas y de varios colores, entre el turquesa y el azul profundo, protegidas por el arrecife; arena blanca, poca vegetación; sol radiante y nubes esporádicas; peces de colores con sólo llevar el equipo para snorkel, son parte del paisaje de esta zona de la Costa Maya que ofrece un menú de tranquilidad al por mayor.

Hay algunos destinos cercanos interesantes para conocer. Incluso Cancún está a cuatro horas de viaje por la Carretera Federal 307, por lo que se puede aprovechar para una escapada.

Mahahual es tan pequeño que no hay ni un súper para hacer compras: hay que abastecerse en un par de mercaditos en el pueblo, con ofertas mínimas, y no existen los kioscos. Al caer el sol, la vida nocturna es casi nula, a excepción de algunos bares en los hoteles y hospedajes (algunos realmente coquetos, otros más rústicos pero con idéntico encanto) que tienen sus propuestas al borde del Malecón, con el hipnótico eco del mar cercano. La gastronomía, claro, está bien nutrida de variedades de pescado y langosta.

Hay destinos cercanos para recorrer, aunque a veces no es tan fácil llegar (el transporte es el mínimo indispensable): a 60 kilómetros está Xcalak, un pueblito ubicado al sur que es todavía más virgen en aquel Caribe de México. Justo enfrente a la costa está el arrecife coralino Mesoamericano, segundo en el mundo en tamaño, donde se recomienda bucear (cuando las condiciones climáticas sean seguras). Dicen que en Xcalak se construyó el primer astillero del Caribe mexicano, y que el pueblo fue destruido hace medio siglo por el huracán Janet.

También se pueden conocer vestigios de la civilización maya en los alrededores de Mahahual. Hay tres zonas arqueológicas llamadas Kohunlich, Dzibanché y Kinichná. La primera está a poco más de dos horas en auto, y es una de las ruinas mayas más importantes por su valor estético, y además el entorno natural ha favorecido la aparición de especies variadas.

Hasta el fondo

Desde Mahahual se pueden hacer tours de snorkel y buceo por el Banco Chinchorro (algunas tiendas tienen permitido llevar turistas), un arrecife que es un área natural protegida. Lleva entre una hora y media y dos horas llegar, y hay que disponer de un buen tiempo para disfrutar: el fondo del mar ofrece desde peces de miles de colores a restos de una veintena de barcos.

A una hora de combi, pero siempre dentro de la península de Yucatán, está la laguna de Bacalar o la “Laguna de los siete colores”, denominación que obtiene gracias a las siete profundidades que tiene el lugar. Ofrece muchas actividades recreativas para disfrutar en familia.

Mahahual y sus alrededores todavía son parte de un México no tan promocionado, una opción exquisita para desconectarse.