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Ecuador: puro deleite, de los Andes a la costa

Un viaje inolvidable por el pequeño y precioso país sudamericano, para conocer sus bosques, ciudades y los Andes.

El país es pequeño e incluso a alguno puede costarle descubrirlo en el mapa de Sudamérica. Sin embargo, su reducido territorio que representa el 0,2% de la superficie del planeta, concentra una de las más grandes reservas de biosfera por metro cuadrado, justamente por estar ahí, en la exacta mitad del mundo.

De la capital política Quito, hasta la capital económica, Guayaquil; de los Andes a la costa; de los bosques nublados hasta las islas Galápagos, Ecuador es puro deleite para sus visitantes.

El país está sobre la línea que divide al planeta en dos hemisferios, norte y sur, y es justo esa condición que le da el nombre. Atravesado de norte a sur por la  cordillera de los Andes, su geografía privilegiada incluye la costa, en llanura; las altas montañas y volcanes de la sierra; el verde exuberante de la región amazónica, y las rocas de Galápagos.

En distancias muy cortas, paisajes muy distintos se le presentan al visitante: playas, manglares, bosques, lagunas y volcanes cubiertos de nieve,

La capital, Quito

La primera sorpresa la ofrece Quito con su nuevo aeropuerto, alejado de la ciudad, moderno y muy funcional. La ciudad muestra contrastes, en su peculiar geografía de subidas y bajadas.

Quito está a 2.850 metros de altitud y es normal que los cuerpos más sensibles sufran un poco de dolor de cabeza o mareo, el primer día de estadía. Por eso recomiendan que no se haga mucho esfuerzo físico las primeras 24 horas y que el cuerpo se mantenga hidratado todo el tiempo.

La altura también hace que Quito esté siempre fresca, con una temperatura anual promedio 19º C y lluvias en el llamado “invierno ecuatorial”, de octubre hasta marzo.

Aunque el transporte público no es muy bueno, es fácil explorarla a pie o en taxis, que son baratos. La moneda nacional es el dólar estadounidense (U), pero las monedas son acuñadas localmente y hay monedas de U 1.

La zona hotelera por excelencia es también la más bohemia: La Mariscal, popularmente conocida como “gringolandia”, y los mejores restaurantes están justo en el barrio vecino, La Floresta.

El casco antiguo, o centro histórico, es donde se encuentran las principales atracciones turísticas, con mercados, iglesias y un muestrario de arquitectura colonial. Esa zona también empieza a contar con hotelería, tras la apertura del hermoso Casa Gangotena, hotel de lujo en un edificio colonial ubicado en la plaza San Francisco, corazón del centro.

El trabajo de restauración del antiguo edificio ha sido de gran calidad y su arquitectura colonial contrasta con los muebles y objetos muy contemporáneos utilizados en la decoración. El servicio es estupendo y los precios incluyen siempre WiFi, desayuno y merienda.

Desde la apertura del hotel, el centro -declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad por la Unesco- atrae más inversiones hoteleras, de restaurantes y tiendas. También se acentuó la seguridad durante el día y primeras horas de la noche, pues hay muy buena iluminación, pero aún así, después de las 21 las calles del centro quedan muy desiertas y no es conveniente caminar por allí.

De los paseos que no deben perderse están las iglesias San Francisco y la Basílica, ricas en arquitectura y oro; El Panecillo, la montaña donde está la Virgen protectora de Quito, con un lindo mirador; el hermoso Teatro Nacional Sucre; el Palacio de Gobierno; la Casa de la Cultura, y, por supuesto, el tour hasta el monumento Mitad del Mundo, para ver el exacto sitio donde el mundo se divide en dos hemisferios.

El comercio popular está en el centro histórico, pero las mejores compras de artesanías se pueden hacer en el mercado de La Mariscal.

Aunque sea muy promocionado, el gigantesco mercado al aire libre de Otávalo, la feria de artesanías más grande de América que se realiza los sábados, a una hora de Quito, ya se convirtió en algo “muy turístico” y no justifica desplazarse tan lejos.

Guayaquil, reina de la costa

Aunque Quito sea la capital oficial y política del país, es Guayaquil la verdadera capital económica de Ecuador. Son casi tres millones de habitantes, en esa ciudad bañada por el río Guayas.

El transporte público allí es bueno y la ciudad es placentera para caminarla. En el centro histórico, se destacan el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo; la casa de gobierno; el Parque Bolívar, llamado localmente “parque de las iguanas”, por la gran cantidad que vive allí en libertad, entre turistas y locales de paseo, y la bella Catedral de Guayaquil.

Allí se emplazan también los hoteles más tradicionales, como el Oro Verde Hotel (oroverdehotels.com), miembro de The Leading Hotels of the World, muy confortable y con buena oferta gastronómica en su restaurante francés Le Gourmet.

En el malecón Simón Bolívar (o Malecón 2000), a orillas del río, están la morisca Torre del Reloj y paseos públicos para peatones y ciclistas, además de frecuentes exhibiciones artísticas y culturales. Desde allí también se pueden tomar los barcos para la isla Santay, famosa por sus tours de ecoturismo y aventura.

Al final del Malecón, un paseo imperdible es subir el cerro Santa Ana, antiguo barrio pobre hoy recuperado y copado por bares, cafés y simpáticas tiendas en casas muy coloridas. La vista de la ciudad, del río y el mar, después de subir los 400 escalones, es alucinante. Muy aconsejable es subir para ver la puesta del sol.

Justo al lado del cerro Santa Ana está el barrio de Las Peñas, el más antiguo y tradicional de la ciudad, con casitas coloridas del final del siglo 19, restauradas y convertidas en lindas tiendas, museos, bares, restaurantes, galerías de arte e incluso un nuevo hotel, el Mansión del Río. Al final de la caminada por la calle principal de Las Peñas, están los edificios más modernos y caros de Guayaquil.

*Especial