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El desierto en el que las lagunas son de colores

Entre las alturas de los Andes, se encuentra el área protegida más visitada del país. (123RF)
Entre las alturas de los Andes, se encuentra el área protegida más visitada del país. (123RF)

Verde, colorado y blanco. Como si alguien les hubiese vertido acuarela, los tonos de estos lagos en el sur boliviano aportan una visual imponente.

Muchas veces vemos fotografías y pensamos ¡seguro tiene filtros! pero hay sitios tan increíbles que no necesitan edición. Este es el caso del desierto Salvador Dalí ubicado dentro de la reserva Eduardo Avaroa.

Este parque abarca más de 7.000 km2 de superficie andina con paisaje desértico y pedregoso. La postal se completa con géiseres burbujeantes y flamencos que los sobrevuelan. Y sí, lagunas de colores. Como si fuese poco.

Laguna Blanca

Situada a 4.350 metros sobre el nivel del mar se encuentra unida a la Laguna Verde por un pequeño estrecho. Su agua es una mezcla entre blanco y celeste opaco, en ella se refleja el volcán Licancabur, llamado “Tata Maico Licán” por las comunidades originarias que lo veneran como lugar sagrado.

Laguna Verde

Su tono esmeralda se debe  al magnesio, carbonato de calcio, plomo y arsénico que decanta en el agua, solo de nombrar los componentes se percibe lo nociva que es, de hecho no hay peces ni animales viviendo en ella.

Laguna Colorada

Con un contexto más biodiverso es quizás la más impresionante del trío. Su superficie es de 60km2 y debe su intenso color rojo con pinceladas blancas a diferentes minerales y al pigmento de las algas que la pueblan. Es hogar de distintas especies de flamencos, de llamas y alpacas.

A pesar de que entre la verde y la blanca el paisaje es seco, pedregoso, y no crece ni pasto, la postal entre estas dos primeras lagunas es de un blanco salino inmenso, que unido al Licancabur custodiando las aguas no tiene nada que envidarle a la Laguna Colorada.