Descubrí Tristán de Acuña, la isla habitada más remota del mundo

En el medio del océano Atlántico, a casi 3.000 kilómetros de Ciudad del Cabo, se encuentra Tristán de Acuña, la isla habitada más remota del mundo. Y si bien es complicado llegar a este destino por su ubicación, también lo es por los numerosos permisos que se necesitan para visitarlo.

La pequeña isla tiene sólo once kilómetros de largo y 61 kilómetros cuadrados de superficie. En el territorio existe un solo asentamiento, que oficialmente es conocido como “Edimburgo de los Siete Mares”, pero al que los locales llaman “The Settlement”.

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Para acceder a este punto perdido en el mapa hay que contratar un barco pesquero con al menos un año de anticipación, a fin de realizar el viaje de seis días desde Ciudad del Cabo, o bien ser huésped de alguno de los exclusivos cruceros que se acercan hasta ahí.

Eso sí: antes se debe solicitar al Gobierno local un permiso para visitar el lugar. No es fácil de obtener, ya que los turistas se encuentran en el último escalafón de un orden jerárquico prioritario de ocho niveles que incluye tanto a aquellos que responden a emergencias médicas como a visitantes oficiales y lugareños.

Un poco de historia

La isla, que también es un volcán activo, fue bautizada por primera vez en 1506 por el marinero portugués Tristão da Cunha. Sin embargo, por lo remota que era su ubicación, permaneció deshabitado hasta 1818, cuando los británicos la anexaron a sus territorios y fundaron Edimburgo de los Siete Mares.

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En 1961, el volcán que creó la isla entró en erupción y los residentes huyeron a Reino Unido durante dos años. Cuando regresaron, colectivizaron la tierra, plantaron papas, llevaron ganado y construyeron la ciudad de cero. Y a pesar de otros desastres naturales que se han cobrado víctimas a lo largo de los años, 70 familias decidieron que esa isla sería su hogar. Actualmente cuanta con una población total de unos 300 habitantes.

Bar con record

Albatross Bar se edificó en la isla en 2001, después de que el edificio anterior fue dañado por un huracán. Ahí se puede disfrutar de cervezas sudafricanas, licores, tragos locales y una mesa de billar. Según el Guinness World Records, se trata del bar más remoto del mundo.

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