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De Córdoba a México: 27.387 kilómetros arriba de una moto

Matías Rampón cuenta en primera persona su experiencia increíble que lo llevó a cruzar, por ejemplo, cinco veces la Cordillera de los Andes. 

Hace más de un año que salí de Córdoba hacia México con la idea de recorrer el continente en motocicleta. Durante ese tiempo transcurrieron 27.387 kilómetros bajo las ruedas de mi moto. La “Vagabunda Errante” es una Honda Wave con un motor 97cc con la que atravesé, hasta el momento, 13 países latinoamericanos

Crucé en cinco ocasiones la extensa Cordillera de los Andes, llegando hasta 5 mil metros de altura, visité salares, desiertos, grandes cascadas y fabulosas ruinas arqueológicas. También ciudades y aldeas en el corazón de la Amazonia. Navegue días por importantes ríos, crucé de Colombia a Panamá en barcos de mercancías, llegué a la cima de algunos volcanes de Centroamérica y me llené de paisajes majestuosos a lo largo del camino.

Así fui avanzando por el continente sobre la delgada línea de asfalto, más allá del horizonte, con minúsculo andar y el significado de inevitable e ineludible que definen a la palabra destino en el eco del motor retumbando por la inmensidad del continente.

Viajé con la sensación de libertad en la rutina de descargar y cargar la moto al llegar o marchar, eligiendo la distancia, lo sencillo, lo necesario, como un nómada llevando mi convicción, mis sueños y mis ganas hacia las tierras de México.

La entrada a este gran país del norte la hice por Chetumal, frontera con Belice en el estado de Quintana Roo.

Mi objetivo era llegar al extremo norte, a la ciudad de Tijuana, frontera con los Estados Unidos.

Me propuse hacerlo recorriendo la mayoría de los estados mexicanos, desde la Riviera Maya en el sur, al golfo de México en el este, hasta llegar al estado de Baja California sobre la costa noroeste en el Pacífico.

Las largas rectas de los estados de Quintana Roo, Yucatán y Campeche se convirtieron en curvas constantes al entrar en Chiapas. La selva húmeda se mezcló con los bosques frescos y la llanura se transformó en montañas de más de 2.000 de altura. El paisaje se pintó de colorida artesanía entre la neblina y las tradiciones indígenas de San Cristóbal de las Casas, en los altos de Chiapas. Después puse rumbo a la costa de Oaxaca.

Esta parte de la costa central del Pacífico es una de las más visitadas por turistas extranjeros y nacionales.

La montaña y el mar se funden en un entorno totalmente natural, amplias playas de fuerte oleaje , tranquilas bahías y atardeceres únicos se mezclan en San Agustín, Zipolite o Mazunte.

Tomé baños de olas y espuma cada día que estuve en la costa, adorné mi cuerpo con esquirlas de sal y le di el brillo de la arena. También doré mi piel con los rayos de sol y la curtí con el viento de los atardeceres. Anduve descalzo más allá de la playa y sacié mis retinas en el abanico de colores que se dibujan en el cielo cuando el sol atraviesa la línea divisoria del horizonte. Disfruté de la costa, me llené con la energía de esos días y de la naturaleza que se esconde en ese pequeño rincón de México.

El viaje continuó hacia la montaña, que posee grandes paisajes para la contemplación, donde la altura me hizo sentir vulnerable, ínfimo e infinito. Seguía elevándome en el viaje, aprendiendo con el corazón puesto en la ruta, con los sentimientos y las ganas en los sentidos.

Llegué a San José del Pacífico por la ruta 175 y después continué hacia Oaxaca de Juárez, capital del estado de Oaxaca donde permanecí unos días.

Puebla fue el sexto Estado al que entré, de los 32 que tiene el país: el paisaje semiárido y las sierras llenas de cactáceas dominaban el altiplano central mientras lo atravesaba hasta llegar a la capital.

La llegada al Zócalo de Ciudad de México convirtió en un hecho algo que resultaba imposible imaginar.

Hay lugares en los que sentí que el tiempo se detuvo. Y al echar la vista atrás, miles de polaroids invadieron mi cabeza, cuando todos los caminos y los miles de kilómetros recorrieron mi cuerpo llenándolo de vida.

Así es viajar en moto.

Ahora el viaje continúa hacia el norte.

Matías lleva recorridos 27.387 kilómetros encima de su moto Honda Wave. Cómo fue el increíble viaje de Córdoba a México.