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Croacia y Montenegro, la otra cara del Adriático

Fuera de los destinos típicos para veranear en Europa, estos dos países seducen a los viajeros con mucho más que playas y sol. Un circuito ideal para presupuestos acotados.

Ubicados en la península balcánica, al sureste de Europa, y dueños de una riqueza natural e histórica innegable, Croacia y Montenegro se presentan como nuevos destinos turísticos a explorar por quienes buscan combinar días de mar y arena en los pies con paseos que invitan a viajar en el tiempo.

Unidos y desunidos por los avatares históricos, cada vez más cercanos a la Unión Europea (Croacia ingresó en 2013, Montenegro es candidato), con perfiles geográficos similares y preciosas ciudades amuralladas desparramadas de norte a sur, ambos países son una inmejorable alternativa a las vecinas costas de Italia para quienes manejan presupuestos algo más acotados.

DATOS ÚTILES. Información útil para enamorarse de Croacia y Montenegro.

Es verdad: no cuentan con playas de arenas blancas como el Caribe, pero, de aquel lado del Adriático, las razones les sobran para ser el nuevo secreto a voces: montañas de verde profundo, aguas cristalinas, pequeños pueblos pesqueros y ciudades antiguas de muros incólumes. Todo allí parece dispuesto a desbordar los sentidos.

Un país de puro mar

Más de 6.000 kilómetros de costa le aportan a este increíble país innumerables sitios para disfrutar. Lejos de su capital mediterránea, Croacia dispone de grandes ciudades y majestuosos paisajes.

Split es la capital de la región de Dalmacia (que comprende el centro y sur del país) y un punto turístico clave, no sólo por la conexión que provee a varias de las principales islas (Hvar, Korcula y Brac), sino por su impresionante conjunto histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad. El palacio de Diocleciano y su villa datan del siglo IV d. C., y están íntegramente construidos en piedra caliza blanca y el más fino mármol. Sus enormes arcos y torres de vigilancia se mantienen intactos y, en el interior, los antiquísimos espacios son habitados por pequeñas tiendas y cafés. Desde el puerto de Split salen todos los ferries, por lo cual una gran opción es hacer base en esta ciudad y desde allí realizar excursiones por el día a las islas.

Al sur de la costa dálmata se encuentra Dubrovnik, otro punto para no perderse dentro del mapa croata. El casco antiguo de esta ciudad está rodeado por una impresionante muralla de 25 metros de alto, con muros de hasta seis metros de ancho. La torre Minčeta, el fuerte Bokar y el fuerte San Juan son parte del complejo entramado arquitectónico que desarrollaron para defenderse de sus invasores. Al atravesar los muros no se advierte cómo las huellas del paso del tiempo (el terremoto de 1667, el asedio en 1991/1992) han modificado las construcciones y calles, que deslumbran a cada paso.

El secreto mejor guardado

Al sur de Croacia, y luego del breve paréntesis que es Neum (la salida al mar de Bosnia Herzegovina), la geografía montenegrina se destaca por una estrecha franja costera de aguas transparentes, donde resaltan estuarios y bahías que contrastan con cumbres rocosas y macizos de hasta 2.000 metros. En sus zigzagueantes caminos aparecen apacibles villas y pueblos: los (todavía) ignotos Budva, Sveti Stefan o Ulcinj. Estos destinos invitan a quedarse para recorrerlos y perderse en sus estrechas calles a fin de admirar la belleza de sus antiguas construcciones, palimpsestos de todas las culturas que por allí pasaron.

Medios y publicaciones internacionales, como The New York Times y National Geographic Traveler, han destacado recientemente que Montenegro es uno de los últimos grandes descubrimientos para la industria del turismo global, y si bien es frecuentado por adinerados turistas provenientes de Rusia, aún es un destino más que atractivo para viajeros con presupuestos acotados.

La oferta de hospedaje no es inagotable y quizás el inglés todavía no sea de uso extendido entre quienes trabajan en el tercer sector, pero hoy, esta jovencísima república independiente parece haberse descubierto a sí misma y está lista para recibir, con esfuerzo y gran amabilidad, a quienes la visitan. Que su poca fama no confunda: Montenegro tiene mucho para ofrecer.