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Copacabana, de cara al mar

Una ancha costa permite desarrollar actividades deportivas, nadar, tenderse al sol o disfrutar de refrescantes bebidas en las largas jornadas de romance con el mar.
Una ancha costa permite desarrollar actividades deportivas, nadar, tenderse al sol o disfrutar de refrescantes bebidas en las largas jornadas de romance con el mar.

Copacabana pasó de ser un arenal desierto a posicionarse como una de las playas mas conocidas en el mundo.

Copacabana pasó de ser un arenal desierto a posicionarse como una de las playas mas conocidas en el mundo. “La princesa del mar”, tal como la llamaban entre las décadas de 1930 y de 1950 cuando era sinónimo de glamour, bohemia y riqueza, aún conserva la mística y el encanto de aquel entonces.

La playa extensa a lo largo del barrio homónimo que se ubica como un gran ventanal hacia el infinito mar, permite bañarse en sus aguas y realizar inolvidables caminatas que dejan las huellas del recuerdo en la arena.

Desde la orilla, asoma imponente el Copacabana Palace Hotel (1923) por donde pasaron grandes figuras como Eva Perón, al igual que modernos hoteles de lujo que hoy reciben a un turismo de alto poder adquisitivo y suma a la oferta más variada.

Bares de cara al mar. Los barcitos y restaurantes para tomar una cerveza helada, una típica caipiriña o comer un exquisito plato de mariscos frescos, continúan la línea a lo largo de la avenida Atlántica, la misma que tienta para alquilar un par de bicicletas, unos rollers o visitar la famosa y tentadora feria de artesanías.

El regreso del paseo invita al abrazo, mientras se mira el atardecer en el mar desde las ondulantes veredas de mosaicos blancos y negros que llenan de romanticismo el paseo.

Garota de Ipanema. El popular Vinicius de Moraes bautizó con su tema "Garota de Ipanema" a la playa de Ipanema.

El fruto de un amor platónico del compositor hizo que trascendiera hasta los lugares más recónditos donde la música pueda llegar. Esto la convirtió en la playa más “top”, en la cual se ven pocos hoteles y sí lujosos departamentos con vista al mar.

La playa es de una belleza particular ya que inspira la tranquilidad oportuna para observar las grandes olas mientras se toma agua de coco en la misma fruta.

Caminar las noches por la costanera bien iluminada, acunados por los sonidos del mar es un privilegio que no tiene precio.

También se puede alternar con una cena exclusiva en alguno de los restaurantes de las calles principales y luego, dedicarse a estirar una jornada memorable con unos tragos en los bares que ofrecen espectáculos en vivo con grandes artistas de la música brasileña.

Una noche en Leblón. Los arcos blancos que atraviesan Leblón y por donde en épocas pasadas transitaba el tren con turistas de paseo, marcan la llegada a Leblón.

Es una mezcla de barrio quedado en el tiempo, fachadas antiguas, casas en su mayoría abandonadas con vestigios de un pasado que ya nada tiene por contar y un presente que se ocupó de convertirlo en las calles donde se vive la noche a pleno.

Música brasileña a todo volumen en cada esquina, en las cuales los jóvenes se juntan a intercambiar risas y tragos al aire libre.

Ofertas múltiples se depositan en quienes caminan esas calles pintadas con aerosol mientras se escucha bossa nova y se ve danzar a seductoras garotas.

Unas pocas cuadras donde circulan personas de todo el mundo, vestidos con atuendos de lo más extravagantes en busca de diversión.

Las puertas de estas casas restauradas convertidas en pubs, bares o pizzerías, parecen formar parte del decorado de alguna película. Todo es fiesta en Leblón y hay para todos los gustos.