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Ciudad orgullosa de sus tradiciones

Catedral, dedicada a Santa Tecla, patrona de la ciudad.
Catedral, dedicada a Santa Tecla, patrona de la ciudad.

Tarragona no es sólo un legado arquitectónico del imperio de Augusto. Es mucho más. Es identidad, tradiciones y experiencias que quedan grabadas en el corazón de quienes la conocen.

Tarragona no es sólo un legado arquitectónico del imperio de Augusto. Es mucho más. Es identidad, tradiciones y experiencias que quedan grabadas en el corazón de quienes la conocen.

La ciudad emociona con sus costumbres y con su gente orgullosa de pertenecer a ese territorio.

Ícono indiscutido y testigo de las actividades que se llevan a cabo en la ciudad de la Costa Daurada, es la Santa Iglesia Catedral Basílica, Metropolitana y Primada de las Españas, dedicada a la patrona de la ciudad, Santa Tecla.

Su simpleza exterior impacta como su nombre. Construida a partir de 1171 en la parte más elevada de la acrópolis y consagrada en 1331, se presenta como una muestra de la transición del románico al gótico.

La fachada del templo se caracteriza por un enorme rosetón y dos torres de aguja inacabadas. En su interior, el retablo principal, realizado por Pere Joan, en alabastro y madera, tiene detalles de la vida de la patrona Santa Tecla.

En la nave central se destacan en el sector del coro, las sillas de los siglos XV y XVI talladas en roble y el imponente órgano mayor, obra de diversos artistas.

Al transitar por las dos naves laterales se pueden observar las numerosas capillas de diferentes estilos que fueron abiertas a lo largo de los años y dedicadas a numerosos santos y advocaciones.

Un paseo familiar

El conjunto arquitectónico que encabeza la Catedral y al que se suman el Tesoro, el Museo Diocesano y el Claustro, en fecha reciente fue distinguido con el Sello de Turismo Familiar otorgado por la Federación Española de Familias Numerosas. El galardón reconoce la oferta cultural y turística del circuito orientado hacia el público familiar.

El recorrido del conjunto se torna muy fácil con el servicio de una audioguía, disponible en siete idiomas, lo que permite interiorizarse sobre los de estilos de construcción, pinturas, ornamentaciones y otros detalles de una manera didáctica y enriquecedora.

El museo cuenta con restos de arqueología romana, tallas en madera policromada y orfebrería litúrgica de oro y plata.

En tanto, desde el Claustro, de planta cuadrangular, se observa el patio, ornamentado con árboles frutales, rosales y fuentes, mientras los rayos de sol aportan la luz para que cada espacio tenga un encanto particular. Las galerías del lugar inspiran paz y recogimiento interior.

Mención especial merece la experiencia de ascender al campanario al que se llega tras subir los 150 peldaños de la estrecha escalera caracol.

Si bien no es recomendable para personas mayores o que sufran de vértigo, resulta un plus imperdible para los aventureros. Es el mejor atalaya de la ciudad desde donde se observan el mar Mediterráneo, las ruinas romanas y la ciudad moderna.

Tañidos

El campanario cobra gran protagonismo el mediodía del 31 de diciembre cuando Cristóbal Conesa, líder del grupo de campaneros, procede a repicar la Capona, la mayor campana del recinto. Los tañidos tienen un mensaje que se repite desde hace 20 años.

En el último día del año, “Toful”, como llaman a Cristóbal, y sus amigos campaneros, hacen vibrar los bronces de las 19 campanas de la Catedral con entusiasmo y humildad. Tal como lo vociferan antes de dar rienda suelta a los tañidos, los repiqueteos son por la paz en el mundo, como preludio del 1 de enero, Día Mundial de la Paz.

Con alegría y sonoridad las callejuelas de la ciudad se invaden de los acordes de dels Senyals, Fructuosa, Maria Assumpta, Classica Rocabertina, Prima I y Prima II y el Ave María, entre muchas otras interpretaciones. Todo bajo la tutela de la Capona.