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Cinco visitas imperdibles

Además de ser una ciudad mágica por sí misma, existen ciertos lugares que contribuyen al encanto de Venecia.

Además de ser una ciudad mágica por sí misma, existen ciertos lugares que contribuyen al encanto de Venecia. Con esa premisa, hay una serie de visitas que no se pueden dejar de lado.

En primer lugar, la renombrada Plaza de San Marcos, el corazón de Venecia. Es la única piazza de la ciudad y cuenta con los edificios más representativos, como la Basílica de San Marcos, el Palacio Ducal y el campanario. Ya Napoleón la había  definido como “el salón más bello de Europa”, para referirse a ésta, una de las plazas más hermosas del mundo. Una multitud de palomas eligen este lugar para pasar el día y acompañar a los caminantes.

La basílica de San Marcos, centro de la vida religiosa veneciana, es la catedral de la ciudad. Constituye una obra maestra de la arquitectura bizantina, aunque empezó a construirse por el año 828 para albergar los restos de San Marcos, el Evangelista, que habían sido traídos desde Alejandría. Si bien su ingreso es gratuito, para conocer algunas partes en su interior es necesario pagar una entrada.

El Campanario, que también es parte de la basílica aunque se encuentre en frente, es el edificio más alto de Venecia. Si se sube a él podrá tenerse la visión más espectacular de la ciudad, además de tomar las fotos más románticas si el ascenso es al atardecer.

En la Plaza de San Marcos también se encuentra el Palacio Ducal, antigua residencia de los dux, quienes dirigieron la política de Venecia por casi mil años, combina elementos arquitectónicos bizantinos, góticos y renacentistas. Este edificio comenzó como castillo en el siglo IX pero, tras un incendio que destruyó gran parte de su estructura, debió ser reconstruido y fue utilizado como fortaleza y prisión.

Otro de los grandes atractivos de Venecia son sus puentes. Cada uno de ellos guarda oculta una historia o una leyenda que ha sido transmitida por centenares de años entre los habitantes de la ciudad. Ejemplo de ello es el Puente del Diavolo, del cual se dice que fue construido por el mismo Satanás, que se aparece a la medianoche de todos los 24 de diciembre en forma de gato negro. Otra es la historia del Ponte dei Pugni, en donde las bandas rivales se retaban a puñetazos y quien perdía era arrojado al agua. Pero el más famoso es, sin dudas, el Puente de los Suspiros, que une el Palacio Ducal con la antigua prisión de la Inquisición. Su nombre se debe a los suspiros que los prisioneros emitían cuando, desde allí, veían por última vez el cielo y el mar.

Otros puentes conocidos son el Puente de Rialto, el de la Academia o el de los Descalzos.
Si de buscar magia y encanto se trata, el turista no podrá dejar de visitar Venecia en las épocas del Carnaval, cuando la ciudad se inunda de máscaras y disfraces. La fiesta más popular de la ciudad se remonta al siglo XI. En esa época, Venecia empezaba a dominar mercantilmente en el mar Mediterráneo y a ella acudían viajeros y aristócratas de todo el continente europeo en busca de diversión y goce.

Esta celebración, caracterizada por las caretas que utilizan sus participantes para cubrir sus rostros, ha sido por siglos fuente de inspiración inagotable para poetas, músicos, pintores y todo tipo de artistas.