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Cinco síntomas que demuestran que sos un "viajero crónico"

Si vivís pensando en tu próximo viaje, hay varios índices que te delatan. ¿Es tu caso?

Lo sabés o, al menos, lo sentís. La oficina te queda chica y el pie toca el suelo con ansiedad: no ves la hora de volver a viajar. Si crees que sos un fanático de los viajes, es posible que estos sean algunos de tus síntomas:

Tus principales lecturas son blogs de viajes, guías de turismo o páginas de agencias. En todo momento te informás sobre promociones y descuentos en aéreos; te suscribís a cuantas páginas web te envíCinco en un alerta con el precio más barato de hoteles y alojamientos; y, al abrir el diario, la primera sección que elegís para leer es la de turismo.

No importa el lugar, sino la aventura. Ni el idioma, ni las costumbres, ni las diferencias culturales te asustan. Quienes tienen el gen viajero en la sangre suelen sentirse fascinados por otras nacionalidades. Las diferencias lingüísticas son sólo un detalle: siempre encontrás la forma de comunicarte, a veces utilizando una extraña combinación de palabras en los idiomas que conocés, y otras, con lenguaje de señas. Lo que importa es disfrutar la experiencia.

Ahorrás la mayor parte del sueldo para tu próxima travesía. No sólo guardás un gran porcentaje de dinero para invertir en viajes sino que también te privás de pequeños caprichos, y comparás el precio de un producto con el valor de una experiencia en otro país del mundo. Así, comprarte las botas de la última colección no significa nada en comparación con hacer un vuelo low cost en alguna ciudad europea, y pensás que gastar en unos cuantos snacks por la tarde equivale a una comida completa en cualquier país asiático.

La cámara de fotos es tu mejor amiga. Si sos de los que no alcanzan a salir del aeropuerto que ya están llenando la memoria del celular con álbumes de fotos del destino, es posible que seas un viajero crónico. Selfies frente a íconos culturales, fotos de platos suculentos que encubren sabores de otro planeta y capturas de increíbles rascacielos y monumentos, son algunos de los registros que, casi profesionalmente, atesora un viajero.

De regreso, las mismas historias una y otra vez. Compañeros del trabajo, del gimnasio o de la facultad: todos escuchan los mismos relatos de tus viajes y parecés no cansarte de contarlos con lujo de detalles.