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Cinco claves para armar la mochila para el Camino de Santiago

Lógicamente, no será lo mismo andar 40 días que una semana, pero lo cierto es que, caminando, hasta lo más insignificante pesa y ocupa lugar. Algunas pistas para no renegar.

-La regla del 10. Para andar cómodos durante tantos kilómetros la mochila no debería pesar mucho más que el 10 por ciento de lo que pesa la persona. Un hombre de 80 kilos debería solucionar todo en un carga de ocho. Mujeres de 55 kilos, un equipaje no mayor a seis.

-Cuidado con los pies. Al menos dos semanas antes de salir, probar los borceguíes o botines, preferibles a las zapatillas para evitar que entren piedritas que lastimen el pie. Siempre, tener a mano otro par de medias limpias y secas. Imprescindibles las ojotas o sandalias de goma para descansar los pies en el albergue y usar en las duchas de uso común.

-Con varias pieles. Vestirse en capas y evitar la ropa de lana o de algodón porque, si se moja, pesa mucho y demora en secarse. Con una campera impermeable y dos mudas completas de musculosa, remera, buzo de microfibra o polar, short y calzas, es suficiente. En los albergues hay máquinas para lavar y secar la ropa.

-Básicos. Los bastones son muy útiles para disminuir el impacto en las rodillas. En Decathlon, por 5 euros el par, se consiguen extensibles. Una capa de lluvia es obligatoria en Galicia, y también una linterna "minera" de esas que se calzan en la frente y dejan las manos libres.

-Protegidos. Anteojos, bloqueador solar y sombrero resultan imprescindibles. Conviene llevar agua en envases recargables (con un litro está bien, hay fuentes de agua segura en el camino), fruta, yogur, barras de cereal y galletas de almendra que se compran por monedas en todas las panaderías.