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Chile playero: un paseo por La Serena y Coquimbo

Están en el límite entre el mar y el desierto del norte del país. El lugar perfecto para combinar los sabores de la costa con la naturaleza pura del Pacífico y sitios de interés cultural.

Durante el verano, La Serena parece una embajada argentina: sus amplias playas sobre el Pacífico son una de las mecas de los viajeros que cruzan por tierra a través del paso de Agua Negra. Pero esta ciudad situada 470 kilómetros al norte de Santiago de Chile –de fácil acceso también en avión– tiene mucho más para tentar al viajero, gracias a los pueblos de pescadores que la rodean, la cercanía de los famosos cielos del Valle de Elqui, y las áreas protegidas que permiten avistar pingüinos y otras especies marinas.

DATOS ÚTILES. Información útil para recorrer La Serena y Coquimbo.

Buscada por conquistadores

La Serena es vecina del puerto de Coquimbo, y es a la vez la capital de la región de Coquimbo (o IV región, según la denominación chilena que aumenta el número a medida que se va hacia el sur). Fue desde esta bahía de donde partió la idea de lanzar una expedición para descubrir la mítica Ciudad de los Césares, uniendo el Pacífico y el Atlántico. Los conquistadores –se sabe– no tendrían suerte en su intento, pero no por ello dejaron de hacer de la Serena una hermosa ciudad que se aprecia entera desde el balcón panorámico que ofrece la universidad local. Para los interesados en el pasado se impone la visita al Museo Arqueológico, que traza la historia de los pueblos nativos; para quienes quieran tomar el pulso popular, el lugar a visitar será en cambio el mercado, con su despliegue de artesanías, productos locales y minerales. Será tal vez el primer contacto con la papaya, el fruto típico del vecino Valle de Elqui, que se consigue en todas las variantes posibles: confitada, en mermelada y en néctar.

El centro y el faro

Los cafés, los restaurantes y la vida política y social tienen eje en la calle Prat, donde el paseo sigue por la calle Balmaceda y la Plaza de Armas. Es un asomo a la vida urbana para quien viene, en general, a visitar las playas (a pesar de las aguas frías): las del centro de La Serena están a un paso y tienen un símbolo indiscutido: el faro, ubicado en uno de los extremos de la avenida costera que fuera la caleta nativa de los pescadores indígenas. Hoy, en cambio, es el lugar para recorrer en busca de restaurantes especializados en frutos de mar: es sabido que a Chile es difícil competirle en ese rubro, por cantidad, calidad y variedad. Desde el faro hay una hermosa vista hacia la costa y hacia la ciudad colonial. También se divisa la silueta de Coquimbo, que es la continuación natural del viaje.

Presa de piratas

En Coquimbo la visita puede empezar en el Fuerte Lambert, ubicado sobre la Punta Pelícanos. Aquí hubo algunos cañones instalados en el siglo XIX para proteger la costa chilena durante la Guerra del Pacífico. Batallas aparte, lo mejor es la vista hacia La Serena, situada enfrente, y el islote con aquellas legendarias aves de grueso pico. Para completar la imagen, circula frente a la bahía un barco mitad pirata-mitad vikingo, que trae recuerdos de los tiempos en los que estas costas eran codiciadas –según se cuenta– por el propio Francis Drake, de quien habría quedado un tesoro todavía oculto en La Herradura.

Coquimbo también depara una hermosa vista subiendo por el Barrio Alto, entre calles serpenteantes y casitas que parecen amontonadas de forma dispar en cualquier espacio donde quede lugar. La subida queda coronada por la impresionante Cruz del Tercer Milenio, erigida para conmemorar dos mil años de cristianismo, con una altura de 93 metros y situada en una plataforma a 157 metros por encima del mar. Tanta grandiosidad no le impide una pacífica convivencia con la cercana mezquita Mohammed VI. Y desde aquí se ve hasta el observatorio de Tololo, el más antiguo del hemisferio sur, como para recordarle al viajero que los cielos del norte de Chile son famosos por su diafanidad e invitan a una auténtica experiencia de astroturismo. Buenos cielos, anchas playas y una mesa imbatible: ¿qué más se les puede pedir a La Serena y Coquimbo?