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Casco colonial y paseo afrancesado

Palacio Municipal que data de 1735 y es asiento del Ayuntamiento de Mérida.
Palacio Municipal que data de 1735 y es asiento del Ayuntamiento de Mérida.

La plaza central de Mérida es un racimo de edificios coloniales.

La plaza central de Mérida es un racimo de edificios coloniales. En torno de ella se apiñan la Catedral de San Ildefonso, que es la más antigua del continente en tierra firme (se empezó a construir en 1561); el Palacio de Gobierno –sede del Ooder Ejecutivo del estado–, que alberga 27 imponentes murales del artista mejicano Fernando Castro Pacheco, en los cuales está retratado el violento cruce entre las culturas europea y maya; y el Palacio Municipal (data de 1735), asiento del Ayuntamiento de Mérida.

También luce con brillo propio la casa que perteneció a los Montejo, la familia fundadora. Esa construcción es de 1549 y se la considera la más bella obra civil de arte plateresco de México.

El centro histórico ocupa unos cuatro kilómetros cuadrados y bien vale la pena recorrerlo a pie, con merecidas paradas en los barcitos que pululan en cada cuadra. Otra alternativa es subir a una “chiva” o bus turístico que amplía el recorrido hasta redondear un city tour de unas dos horas de duración.

Fuera de su casco chico, otro sector típico de Mérida está estructurado en torno a una amplia avenida: el Paseo de Montejo, a quien los yucatecas identifican con orgullo como su réplica, a escala local, de los Campos Elíseos parisienses.

En ese sector, muy pintoresco, sobresalen viejas casonas de estilo afrancesado, erigidas a fines del siglo 19 y comienzo del 20, que coinciden con los años del mayor auge económico de la ciudad. Fue la época del “oro verde”, a partir del cultivo del henequén (una planta utilizada para hacer sogas). La industrialización de ese producto afianzó una clase de familias muy adineradas, que perfiló en Mérida una arquitectura con fuerte influencia francesa.

Ventajas. El turismo en México (Mérida no es la excepción) es política de Estado y eso se nota en los resultados: ese país se cuenta entre los 10 que más visitantes reciben en el mundo.

Este año hubo, además, un hecho singular que puso a Mérida en la consideración internacional. En mayo pasado la ciudad fue sede de una reunión del T20, que convocó nada menos que a los ministros de turismo de los países nucleados en el Grupo de los 20, quienes debatieron allí políticas para facilitar el flujo mundial de turistas.

El evento permitió a los yucatecas promocionar sus atractivos, con el aditivo especial, que sin dudas, representa este año el “ruido” mediático por la profecía maya del fin del mundo.

Visto exclusivamente desde el interés del turista argentino, México hoy resulta particularmente atractivo también por una cuestión económica: el cambio de moneda es muy conveniente.

Por cada dólar se obtienen 12 pesos mejicanos y cuando la ecuación se traslada al peso argentino, los números también nos sonríen.

¿Qué dijiste? Los meridanos tienen, respecto del resto de México, una caracte-rística similar a la que nos distingue a los cordobeses en relación con el resto de los argentinos: la tonada y algunos vocablos muy particulares.

La influencia de la cultura y la lengua maya es notable. De hecho, ese idioma es hablado por un tercio de los yucatecas, sobre todo en zonas rurales.

La lengua maya es melódica, llena de sonidos con X (“x” es pronunciado “sh” en la lengua maya), y utilizan mucho palabras de origen maya como purux (gordo), tuch (ombligo) y wixar (orinar). Otros modismos: máare (mah-reh), como expresión de asombro; huiro (ooeeroh), persona ignorante, o chulísimo (chooleeseemoh), gracioso o bonito.