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Camino al Mundial: Volgogrado, la ciudad rusa de acero

Llamadas de la patria es una estatua en Mamayev Kurgan en conmemoración de la Batalla de Stalingrado de la Segunda Guerra Mundial.
Llamadas de la patria es una estatua en Mamayev Kurgan en conmemoración de la Batalla de Stalingrado de la Segunda Guerra Mundial.

Con un estadio de fútbol que parece un nido inmenso, es otra de las sedes del Mundial. Una historia sangrienta marca a este destino, que fue reconstruido en su totalidad.

Cuando uno llega a Volgogrado es recibido por una Madre Rusia de ochenta y cinco metros de estatura que avanza hacia Europa, mira por sobre el hombro llamando a sus hijos al combate y levanta una espada de acero inoxidable de cuarenta metros de longitud. Con buen tino, la FIFA no programó partidos de Alemania allí.

El estadio es el más lindo: parece un inmenso nido de acero. Donde hay nidos hay vida. Esperamos que la pelota sea un huevo de paz y la historia, caprichosa como una número cinco, no vuelva a hacer de las suyas por aquí.

Cuando Volgogrado era la Ciudad de Stalin fue sede de la batalla más sangrienta de toda la historia de la humanidad. Es por eso que cada parque, museo o estatua recuerda lo que no debe olvidarse. Stalin es una palabra compuesta y significa “hecho de acero”.

Recostada sobre el Volga durante más de sesenta kilómetros, no es una ciudad muy agraciada pero sí muy moderna, ya que tuvo que ser reconstruida en su totalidad. Es un polo portuario, petroquímico, automotriz e industrial muy importante, con mucha actividad comercial y de entretenimientos.

En la gastronomía se destacan las cervecerías de raíces checas o austríacas y los comedores de neto corte germano, una cocina que gusta a todos pero deja un saborcito amargo a los que conocemos la historia del lugar. No se la recomienda como destino turístico a personas que no busquen los restos de aquella Stalingrado y su legado.

Comparte con Samara el mismo río y la posibilidad de disfrutar de sus playas en verano, de sus pescados en la cena y de los cruceros por una de las vías navegables más extensa del mundo pero poco más. Todo el encanto de la nueva Volgogrado está en esa colina donde se combatió metro a metro y hoy se cubre de césped y flores a la sombra de la Mamáyev Kurgan. Bajo esa mujer de hormigón caben todo el horror y toda la esperanza del mundo.