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Biarritz, la reina de las playas

La Roca de la Virgen y sus pasarelas son el paso más emblemático de la ciudad. (Gentileza: Pierre Dumas)
La Roca de la Virgen y sus pasarelas son el paso más emblemático de la ciudad. (Gentileza: Pierre Dumas)

El balneario francés más prestigioso de la costa atlántica europea se prepara para disfrutar la nueva temporada con su impronta típicamente vasca. Arquitectura señorial, buena mesa y un mar ideal para subirse a la tabla de surf.

La primavera de Biarritz es una gloria. Cuando todavía falta para que lleguen los visitantes que a partir de julio la convertirán en una de las capitales del verano europeo, sus mañanas tranquilas al borde del mar invitan a un desayuno con café y croissants que resume la esencia del savoir-vivre francés. El antiguo pueblito de pescadores que sedujo a María Eugenia Palafox Portocarrero y Kirkpatrick -en pocas palabras Eugenia de Montijo, esposa del emperador Napoleón III- hoy es uno de los balnearios más elegantes de Europa: fue ella quien hizo construir Villa Eugenia, el palacio que se convertiría en la meca de la realeza europea y que, más de un siglo después, conserva intacto el encanto imperial de aquellos tiempos.

Viejo puerto de pescadores, donde todavía se adivina la antigua Biarritz. (Gentileza: Pierre Dumas)
Viejo puerto de pescadores, donde todavía se adivina la antigua Biarritz. (Gentileza: Pierre Dumas)

Cuando la naturaleza pone el escenario, y los hombres lo completan con una arquitectura grandiosa creada para contemplarla desde sus mejores ángulos, el resultado es perfecto. Caminar por la Grande Plage de Biarritz entre el Hotel du Palais (el antiguo palacio de la emperatriz) y el centro de Congresos Bellevue permite comprobarlo: de un lado se suceden los bares y restaurantes con terraza sobre el mar; del otro, las olas ponen el espectáculo. Sus crestas sirven de terreno de juego para decenas de surfistas, que transforman la bahía en una suerte de Hawái, imperial y euskal.

Recuerdos con onda surf, la actividad de moda en la costa de esta parte de Francia, en el paseo costero. (Gentileza: Pierre Dumas)
Recuerdos con onda surf, la actividad de moda en la costa de esta parte de Francia, en el paseo costero. (Gentileza: Pierre Dumas)

Un día para 30 minutos

Paso a paso, basta media hora de caminata tranquila para dejar atrás la Grande Plage, pasar por el Acuario de Biarritz y llegar a la punta donde se encuentra el Rocher de la Vierge, una gran roca en medio del mar que representa la postal más célebre del balneario. Estos 30 minutos los marca la distancia, pero es posible tardar horas en completar el recorrido: todo “culpa” de un entorno precioso que invita a detenerse y bajar de vez en cuando hasta la arena, como al pie del Rocher du Basta, otra formación rocosa de casi 200 metros de altura a la que se accede por un pequeño puente de piedra. Desde aquí los miradores permiten extender la vista hasta la costa española, que se ve desdibujada en el horizonte, y hasta la Rhune, la primera cumbre de los Pirineos. ¿El momento ideal? Antes de julio y agosto, cuando la alta temporada inunda de visitantes la costa vasca.

El Faro y la Pointe Saint Martin. Desde la playa de Anglet, una de las localidades que conforman el circuito costero junto con Biarritz y St. Jean de Luz. (Gentileza: Pierre Dumas)
El Faro y la Pointe Saint Martin. Desde la playa de Anglet, una de las localidades que conforman el circuito costero junto con Biarritz y St. Jean de Luz. (Gentileza: Pierre Dumas)

Doblemente imperial

Estas vistas magníficas cautivaron a una multitud de personalidades desde el siglo 19. La pareja imperial fue la primera, pero algunas décadas más tarde la Revolución de Octubre empujó a los aristócratas rusos hacia el exilio: Biarritz se convirtió entonces en el hogar de varios archiduques, una segunda San Petersburgo bajo el generoso sol vasco.

Anglet y Bidart, localidades vecinas de Biarritz, también fueron escenario de la movida social y cultural de la Belle Époque. Allí se cruzaban los intelectuales más brillantes del continente, como Edmond Rostand, autor de Cyrano de Bergerac. La opulenta mansión que construyó gracias a su éxito literario hoy es un museo que se visita en Cambo-les-Bains, a pocos kilómetros de distancia.

La Grande Plage y en segundo plano el Palacio Imperial que hizo construir Eugenia de Montijo. (Gentileza: Pierre Dumas)
La Grande Plage y en segundo plano el Palacio Imperial que hizo construir Eugenia de Montijo. (Gentileza: Pierre Dumas)

La pompa imperial de Biarritz fue mutando durante el siglo 20 y cambió definitivamente con la irrupción de los surfistas. Los navegantes de las olas se arraigaron en estas costas junto a una legión de negocios y escuelas que aportaron un ambiente relajado y deportivo. La moda se traduce en relojes, alpargatas de autor y prendas a rayas que replican el típico ambiente marinero de estas ciudades, antiguas aldeas de pescadores que hoy son paraísos de la buena comida y el relax veraniego.

Le Rocher du Basta. Junto a la costa de Biarritz es una postal clásica de los veranos vascos. (Gentileza: Pierre Dumas)
Le Rocher du Basta. Junto a la costa de Biarritz es una postal clásica de los veranos vascos. (Gentileza: Pierre Dumas)

Datos Útiles

Dónde dormir. Una noche en el Hôtel du Palais cuesta alrededor de 700 euros, pero hay infinidad de opciones y precios accesibles en los alrededores. Para encontrar alojamientos más económicos se recomiendan las cadenas hoteleras en la zona del aeropuerto.

Cómo llegar. Biarritz está muy bien conectada con Francia y España gracias a una estación TGV (tren de alta velocidad) y un aeropuerto internacional con vuelos diarios hacia París, las Islas Británicas, Suiza y el norte de Europa.

Consejo. En temporada alta la región es muy concurrida y los precios suben considerablemente, así como la ocupación. ¿Los meses ideales? Mayo, junio, septiembre y octubre.

Tip foto. El faro domina la Punta Saint-Martin. Tiene 40 metros de alto ó 248 escalones. Está abierto al público y es el mejor punto panorámico de la costa vasca. La entrada cuesta cinco euros.

Imperdible. El centro de la ciudad tiene varios atractivos, como la Cité de l’Océan, el Acuario, el puerto, la capilla imperial y las Halles. Allí funciona el mercado de la ciudad, donde se pueden probar las especialidades locales y los platos preparados con el piment d’Espelette, un condimento exclusivo del País Vasco francés.

Para prolongar la visita. A menos de 20 kilómetros se encuentra el puerto de Saint-Jean-de-Luz, otro bellísimo icono de la costa vasca.

Sitio web. https://tourisme.biarritz.fr/es