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Bali, templo natural

En esta isla, una de las 17 mil de Indonesia, la vida se mueve entre lo natural y lo espiritual.

Hombres y mujeres comen arroz con la mano, usando el pulgar, el índice y el dedo mayor para hacer un montoncito. Extranjeros caminan por la playa, con la tabla de surf en la cabeza a lo Patrick Swayze en Punto límite. Motociclistas en banda van bien vestidos rumbo a un casamiento, una de las principales celebraciones en la vida de la persona junto con el nacimiento, el pasaje a la adultez y la cremación. Hay niños que esperan una ráfaga de viento para remontar barriletes y campesinos con sombreros icónicos en terrazas verde radiante. La vida cotidiana está atravesada por la mitología y el hinduismo.

DATOS. Información útil para descubrir Bali.

Bali es todo eso y mucho más. Una isla, de las 17 mil de Indonesia, que se mueve al ritmo de lo natural y lo espiritual.

Dentro de sus menos de 200 kilómetros de largo y 80 en su punto más ancho, hay destinos cambiantes pero con una regla casi general: un tránsito caótico, fundamentalmente en julio y agosto, los meses de mayor movimiento turístico. En su contorno, el mar es cálido, con peces tropicales y arenas donde las únicas que usan bikini son las occidentales.

De película

La isla tiene la modalidad de turismo que uno quiera. La zona más poblada es Denpasar, la capital, que está conectada a Kuta, la famosa playa del sur preferida por australianos que buscan noche y cerveza. Allí, en 2002, tuvo lugar el atentado en el bar Paddy y en la disco Sari Club, donde murieron doscientas dos personas. Hoy se puede ver el memorial dedicado a las víctimas.

Dentro de la diversidad que ofrece Bali, en Amed es posible encontrar los mejores fondos submarinos, Sanur (punto de partida para ir a la isla Lembongan) es una buena opción de playa y en Ubud reina el turismo cultural, místico. Aquí es bastante común cruzarse con gente que se queda tres o cuatro meses o que vuelve cada vez que puede. Ya nadie pregunta por qué viajan solos; es que después de la película Comer, rezar, amar, con Julia Roberts, la escena de la búsqueda espiritual en solitario ganó terreno y la oferta es nutrida: hay desde yoga de la risa hasta clases de meditación y constelaciones.

El epicentro es un pueblo grande en las colinas del este, que en sus calles principales está gobernado por el rey comercio que todo lo vende y en cuyas arterias traseras conviven las rutinas de los campesinos que cultivan arroz con los viajeros sin brújula.

Tierra sagrada

En las mañanas balinesas las mujeres apoyan una ofrenda (canastita hecha con hojas de coco, pétalos, arroz cocido, hierbas y un sahumerio) en el suelo, en el templo o en una pila de ropa para vender. Es para los dioses o para los demonios, porque es necesario mantener en equilibrio las fuerzas del bien y del mal.

“Todos somos el yin y el yang”, dicen los habitantes de esta tierra de abundancia que se distingue particularmente por su religión. Aunque Indonesia tiene la mayor población musulmana del mundo, Bali es hinduista: veneran a Brahma, el creador; a Vishnu, el preservador; y a Shiva, el destructor. Pero, a su vez, conservan el animismo primordial y adoran a los lagos y al volcán Agung, el más elevado con 3.000 metros de altura.

Tan trascendente es la mitología por estos lados que, por ejemplo, la aerolínea de bandera, Garuda Airlines, en el conjunto de mitos hindú es un hombre-pájaro, un semidiós que tiene la misión de transportar a Vishnu. Una distinción es que la versión balinesa es diferente a la de la India, con una interpretación más gozosa y festiva que cuenta con incorporaciones del budismo. Más que estudiar libros sagrados, los balineses practican rituales para complacer a los dioses.

En Bali la filosofía de vida es clara y se apoya en tres pilares de armonía: con la gente, con Dios, y con la naturaleza. Si eso anda bien, todo lo demás también.