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Bajo la sombra del pasado socialista

Los colosales edificios de vidrio y acero opacan los monobloques de la vieja estructura soviética.

Esta noche Marszalkowska tiene dos hilos de luz. La avenida es ancha, seca, infinita, principal como las demás arterias de la capital. Era la pasarela de las manifestaciones político militares. Los soldados marcaban el paso en el ruido metálico de la era soviética.

Después del ´45, Rusia incluyó a Polonia, un país eslavo y católico de Europa Central, en el bloque socialista. Aplica un nuevo modo de pensar y de concebir la sociedad opuesto al gran oeste. Varsovia, a 400 kilómetros de Bielorrusia, se reconstruyó según los principios del realismo socialista. Visión grandiosa y uniforme del urbanismo, masivo, horizontal y útil.

Mitología socialista. A los costados de esta avenida hay candelabros de hierro y estatuas gigantes de obreros. La mitología socialista del hombre nuevo a los pies de los edificios tiene la forma de hombres y mujeres de rostro severo, con herramientas en las manos, que trabajan optimistas para una sociedad sin clases.

En el centro de la ciudad, la joya de Stalin desaparece apenas detrás de la niebla. El Palac Kultury I Nauki (Palacio de la Cultura y la Ciencia) es una mole imponente, la consagración de la arquitectura socialista. Columnas pesadas, muros anchos. Se asemeja con formas más rudas al Empire State Building de Nueva York.

Fue inaugurado en 1955 después de tres años de construcción. Supervisado por el ingeniero ruso Lew Rudniew, el símbolo de la potente Unión Soviética, de 235 metros, es el edificio más alto de Polonia. Incluye teatros, cines, salas de conferencia, museos y otras 100 instituciones.

En el piso 30, la ascensorista toma cansada e indiferente una Coca Cola. La ciudad se imita desde cualquiera de los cuatro miradores. Pero las luces frías y verticales de los recientes rascacielos de vidrio y acero opacan los monobloques de la era soviética.

Explosión inmobiliaria. Con la caída del bloque socialista, en 1989, Polonia se enfrenta a un nuevo precipicio político. Varsovia, de 1.7 millones de habitantes, es un cóctel de explosión inmobiliaria, en un contexto de libre mercado novato y entusiasta, y la sombra de una estructura socialista de más de cuatro décadas.

En 2009, Polonia es el único país europeo que tuvo un crecimiento positivo de su economía. Un país sin los problemas contemporáneos de los centros del poder mundial. No hay guetos de extranjeros ni problemas religiosos, tampoco amenazas del terrorismo internacional. Sí, un pasado reciente marcado por los nazis y Stalin.

De lejos, en la avenida Al Jerozolimskie, aparece una manifestación. Se ven una treintena de personas con banderas rojas en alto. De cerca, las banderas publicitan la apertura de un nuevo centro comercial.

Las técnicas del mercado capitalista son una práctica reciente que desconciertan los viejos hábitos. En la esquina un hombre vende sobre una caja de cartón cinco mandarinas, dos peras y un ramo de flores. El producto despojado de cualquier apelación inconsciente a las leyes del consumo se vende cada vez menos.

El lenguaje de las finanzas de las nuevas generaciones choca con la melancolía de los ancianos empobrecidos que ya no tienen vacaciones pagadas por el Estado pero siguen hablando el idioma polaco, siempre inclinado al final del alfabeto.

Ya no hay largas colas en los almacenes para la ración alimentaria, pero hay gente que pide dinero para comer en la calle. Para los polacos de traje y computadora portátil, la excentricidad radica en comer sushi los sábados por la noche o planear vacaciones en Australia. Para otros, exiliarse por un centenar de euros a Europa del oeste donde ocuparán trabajos precarios mejor pagados que en su país.

Datos

Nombre oficial: República de Polonia.
Superficie: 312.677 kilómetros cuadrados.
Población: 38.000.000 de habitantes.
Gobierno: república parlamentaria.
Capital: Varsovia
Idioma: polaco.
Moneda: euro.