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Atenas: siete cosas a las que prestarles atención en una visita

Temprano. Para esquivar la marea humana, hay que ir a la Acrópolis a las 8, cuando abre. (Florencia Vigilante)
Temprano. Para esquivar la marea humana, hay que ir a la Acrópolis a las 8, cuando abre. (Florencia Vigilante)

La capital griega está llena de vida. La Acrópolis es un imprescindible, pero hay mucho más para ver y hacer.

Es muy probable que tengas pocas referencias de Atenas más allá de la Acrópolis. Las ruinas, de hecho, son una constante en la capital griega: cuando caminás por una calle que podría pertenecer a cualquier otra ciudad del mundo, aparecen para recordarte dónde estás. Por fuera de eso, Atenas es, a diferencia de otras capitales europeas, un poco desordenada y caótica. Y está llena de vida. Acá, algunas cosas a las que prestarles atención.

1. El espíritu combativo de Exarcheia. En este barrio de edificios rotos y arte callejero se formaron agrupaciones políticas y es adonde desembocan la mayoría de las manifestaciones. En las paredes se leen frases en contra del capitalismo y de la mercantilización del arte, y muchas otras cosas que no vas a entender porque están en griego. Hay dibujos de hombres en la calle, de bebés durmiendo y de mujeres con rulos que sostienen bombas molotov. También barberías, tiendas de vinilos, librerías independientes y barcitos.

2. Los gyros. Encarnan el fast food griego y pueden comerse al paso. Son una especie de wrap de pan pita con carne asada (de vaca, cerdo o cordero), tomate, cebolla morada y tatziki (una salsa muy típica a base de yogur con pepino, jugo de limón y ajo); parecidos a los doner kebab. Su popularidad se debe, en parte, a que son muy accesibles: se consiguen a partir de 2 euros. Para acompañarlo, elegí alguna de las cervezas más conocidas, como Mythos, Fix o Alfa.

3. La vista de la Acrópolis desde el monte Filopapos. La Acrópolis vigila la ciudad desde lo alto y esta colina (situada al suroeste de las ruinas) es el mejor mirador para sacar fotos o dibujar. A la cima se llega después de caminar por senderos entre los árboles, y el olor de los pinos está muy presente en el trayecto. En el lugar también hay algunos restos arqueológicos. Desde arriba podés comprobar que el color que predomina en Atenas es el blanco gastado.

4. La Acrópolis, antes de las 9. Para visitar el mayor atractivo turístico de Atenas conviene ir bien temprano; a las 8 de la mañana, apenas abre. Es la única forma de esquivar a la marea humana que empieza a llegar después. El recorrido se hace en una hora, una hora y media, y tiene como puntos destacados el Partenón y el Templo de Erecteión, conocido por las Cariátides (las estatuas de mujeres que funcionan como columnas). La entrada general cuesta 20 euros. Hace unos días, la guía de viajes británica Rough Guides definió a la Acrópolis como uno de los 100 mejores lugares de la Tierra.

 
 
 

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5. Los suvenires no tradicionales. La capital griega está llena de locales con estatuitas, llaveros e imanes de gusto dudoso. Pero también existen espacios con otro tipo de oferta, que reinterpretan los símbolos griegos con un giro moderno o con humor. Podés encontrar una lámina estampada con una versión minimalista del caballo de Troya, postales hechas por diseñadores, un minicuaderno con la cara de Poseidón o la serie de Playmobil con los dioses del Olimpo. También, vajilla con dibujos de burros o de los amuletos del ojo azul. Se consiguen en Athéna Design Workshop y en Forget me not.

6. El café que tiene un árbol. Little Tree Books & Coffe es todo lo que su nombre indica: una librería independiente que es también un café y que tiene mesitas afuera abajo de un árbol. Podés consumir desde un negroni hasta un muffin con limonada. Tiene ventanales grandes, almohadones de colores y casi todos los libros en griego, aunque también hay algunos en inglés.

7. Las piernas cansadas. No hay mejor forma de conocer Atenas que caminando por sus barrios. Va una postal de tres de ellos: una calle pintoresca pero muy turística, llena de gente, de restaurantes y de locales de suvenires en Plaka; un abuelo caminando tranquilo con su bolsa de las compras entre casas blancas, puertas de colores y plantas en Anafiotika; y la convivencia de vendedores de productos de marcas truchas con dueños de anticuarios que tienen desde muebles hasta revistas en Monasteraki.