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Así es la isla con la playa más linda del mundo

El nombre de Zakynthos no suena entre los argentinos como el de Mykonos o el de Santorini, pero debería. Esta isla griega promete acantilados de película, playas increíbles y mucha paz.

Es muy poco probable que conozcas Zakynthos (también llamada Zante), una isla griega que forma parte del archipiélago de las Jónicas. Es quizás más probable que ubiques una de sus playas, Navagio, ya sea de nombre o porque –consciente o inconscientemente– alguna vez te cruzaste con su foto: dicen que es la más linda del mundo.

Lejos de la aridez y los pueblos blancos de Mykonos y Santorini, en esta isla, que está al oeste de la Grecia continental, hay bosques de pinos, flores, acantilados impactantes, playas de formas irreales y una arquitectura que la acerca más a algunos pueblitos de Italia.

Como tiene 405 kilómetros cuadrados (como referencia, Córdoba capital tiene 576), conviene alquilar un auto para trasladarse. Los más económicos cuestan entre 25 y 40 euros por día. A tener en cuenta: la costa este es verde y plana, con playas de arena, mientras que en la costa oeste hay acantilados de piedra cubiertos por vegetación.

DATOS ÚTILES. Información útil para conocer la playa más linda del mundo.

Navagio y otros imprescindibles

En cualquier lista sobre qué hacer en Zakynthos, ir a Navagio está siempre en los primeros lugares. Esta playa de arena blanca protegida por acantilados, situada en el noroeste, es uno de sus principales motores del turismo en la isla.

Se puede conocer de dos formas: con una excursión en barco o desde un mirador. ¿Pros y contras? El paseo en barco te permite acceder a la playa, meterte al mar y, si querés, sacarte fotos junto a los restos de un barco que naufragó en 1980. Los recorridos varían en duración, circuito, cantidad de paradas y tamaño de la embarcación. Los precios: a partir de 15 euros por persona desde el puerto Agios Nikolaos y desde 20 saliendo de Porto Vromi.

Por otra parte, el acceso al mirador es gratuito, y es “el” lugar para conseguir las mejores fotos. Advertencia: llegar hasta este punto puede ser engorroso, porque el camino no está bien señalizado. Lo mejor es guiarse con Google Maps y con un mapa de papel de los que se consiguen en la capital (Zakynthos) de forma simultánea.

También en el lado occidental de la isla, pero hacia el sur, está Porto Limnionas. Al final de un camino zigzagueante, con árboles brillantes al costado de la ruta, aparece una bahía de piedras en donde el agua se encajona. Hay mini cuevas formadas por la erosión (en una hasta venden excursiones de buceo) y agua esmeralda que tienta a tirarse y hacer la planchita.

Cerquita de este punto está Korakonisi, otra formación rocosa impactante con senderos para caminar cerca del mar. Al final espera una gruta con agua extraazul.

Del otro lado

En el lado oriental de la isla hay muchísimas playas, pero agendá estas tres: al norte, Xygia y Makris Galos; y, al sur, Dafni. La primera es una porcioncita de arena rodeada por acantilados y mar turquesa: una versión de Navagio en miniatura y sin el barco. La contra es que se llena rápido. La segunda es menos impactante pero más cómoda. Tiene arena clara y un mar con, al menos, cuatro colores.

Hacia el sur de la capital vas a encontrar varios puntos destacados para visitar sobre la costa. Algunas playas, como Laganas, son muy estrechas y están llenas de gente. La que recomiendan los locales es Dafni, súper extensa, de arena fina y con una línea de árboles que marca tácitamente el límite para poner reposeras y sombrillas. De ahí en adelante, la arena es para caminar y jugar. Vale volver a ser chico y pasar el día haciendo un castillo.

El interior

No todo es naturaleza en Zakynthos: sus pueblos de montaña también son escenarios de postales. Uno que vale la pena conocer es Keri, al sur. Son unas cuadras que se recorren a pie y en poco tiempo, repletas de callecitas estrechas, casas con fachadas descascaradas, enredaderas en las paredes y mucho silencio.

El otro imperdible es Agalas, compuesto por un puñado de viviendas, una iglesia, dos o tres lugares para comer algo, una casa roja que vende pan y un museo. Es pintoresco y recuerda mucho a la “vida de campo” que buscás cuando vas a las Sierras. Tener una charla con alguno de sus habitantes es otra forma de sumergirse en la isla.