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Amsterdam, la segunda ciudad más “bicicletera” del mundo

La mayoría de las casas son del siglo XVII, el Siglo de Oro, y se destacan por sus espectaculares gabletes.
La mayoría de las casas son del siglo XVII, el Siglo de Oro, y se destacan por sus espectaculares gabletes.

Más de 887 mil bicicletas circulan por sus calles. Museos, “sex shops”, cafés donde se puede fumar marihuana, un barrio rojo y más de 75 kilómetros de canales conforman su perfil.    

Si cuando ve un cuadro torcido, corre a enderezarlo; si no aguanta las ambigüedades ni los grises, Amsterdam no es para usted. Esta ciudad holandesa sacude los prejuicios e invita a relajarse, a pensar lo que nunca pensó o hacer lo que nunca hizo: por ejemplo, olvidarse de los autos y moverse en bicicleta.

Amsterdam es la segunda ciudad más bicicletera del mundo, después de Copenhague. Parejas de 80; madres que empujan mellizos en un tráiler, y ejecutivos con una calza sobre el traje; invierno y verano, hacen su vida en bicicleta. El resultado es una ciudad silenciosa, de aire límpido y habitantes en buen estado físico, tres cosas que el viajero aprecia.

Miles de bicicletas, viejas, sencillas, es lo primero que uno ve cuando sale de la Estación Central, espléndido edificio de 1881, en pleno corazón de Ámsterdam. Todo el mundo llega a Estación Central, ya sea en tren desde otra ciudad europea, o desde el aeropuerto, a 10 minutos de viaje.

(Mario Cherrutti).
(Mario Cherrutti).

Bicicletas y una arquitectura característica se refleja en el agua de los canales. La mayoría de las casas son del siglo XVII, el Siglo de Oro, y se destacan por sus espectaculares gabletes, por su doble entrada (una para los dueños, la otra para la servidumbre) y porque son muy estrechas. La estrechez tiene una explicación: los impuestos se pagaban por metros de fachada, por eso son largas y angostas, con un gancho en la parte superior para izar muebles y mercadería por las ventanas.

Sexo y marihuana

Los dos puntos más visitados de la ciudad están a pocas cuadras de la Estación Central: el Barrio Rojo y la plaza Dam. Si bien la marihuana es el perfume natural de toda la ciudad –se huele a toda hora, en todas partes– en el Barrio Rojo se da la mayor concentración de bares donde se vende y consume, rodeado de negocios que ofrecen una lista infinita de accesorios y souvenirs.

Estación Central, donde llega todo el mundo, desde cualquier lado (Mario Cherrutti).
Estación Central, donde llega todo el mundo, desde cualquier lado (Mario Cherrutti).

Hay más de 300 de estos bares que se identifican con la palabra coffee shops (si dice “coffee” solamente es para café con leche) donde exhiben el menú de marihuanas de distinta procedencia en la puerta. La lista de precios es por uno o cinco gramos, que se pueden llevar o consumir allí, y cigarrillos (joints) ya armados, uno o paquete de seis.

Muy didácticos, aclaran si la marihuana es orgánica o hidropónica, de hoja o flor, pero eso sí, fumar tabaco está prohibido y no venden alcohol. La marihuana también se consume en ricos brownies y muffins para acompañar el té.

(Mario Cherrutti).
(Mario Cherrutti).

Entre los accesorios, hay pipas, pica hojas, semillas, guías para el autocultivo y hasta chupetines y chocolates con cannabis.

Vidrieras “rojas”

El otro fuerte del barrio son las prostitutas que se exhiben en las vitrinas. La prostitución es legal desde 1911 y las trabajadoras del sexo pagan impuestos como cualquiera, tienen su sindicato y cuentan con protección policial. La visita es inevitable y pueden verse grupos de hombres o parejas, donde ella lo codea a cada paso.

También hay un centenar de sex shops con los objetos más estrafalarios, donde es común ver a los turistas preguntando por lo bajo “para qué es eso”, museos de condones y negocios con chascos y souvenirs.

Tanto humo y desnudo no permite tomar conciencia de que el Barrio Rojo está ubicado entre edificios antiquísimos, como Oude Kerk, la Vieja Iglesia, construida a partir de 1309, el más antiguo de Ámsterdam. Se puede tomar un café (sin marihuana) frente a jardines románticos y ver algunas tumbas medievales y exhibiciones de arte.