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Un recorrido por Ascochinga en bicicleta: consejos para pasar una tarde sobre ruedas

La Ranchería. Un imperdible si estás planeando realizar este recorrido. (Gentileza: Sebastián Cúneo)
La Ranchería. Un imperdible si estás planeando realizar este recorrido. (Gentileza: Sebastián Cúneo)

Esta vez dirigimos el manubrio hacia el norte de la ciudad de Córdoba, en busca de uno de los recorridos que forman parte del circuito perteneciente a ese itinerario turístico.

El punto de partida que recomendamos para iniciar el recorrido es la estación de servicio YPF A.C.A. que se encuentra al llegar a Ascochinga, por la ruta E53. En este punto y sus alrededores tenemos suficiente espacio para estacionar el vehículo y poder aprovisionarnos de alimentos y bebidas antes de dar el primer golpe de pedal, pero, por sobre todas las cosas, poder hacer lo propio al regreso.

Dificultad baja y paisaje para disfrutar. El recorrido propuesto consta de 45 kilómetros que invitan a disfrutar del entorno. (Gentileza: Sebastián Cúneo)
Dificultad baja y paisaje para disfrutar. El recorrido propuesto consta de 45 kilómetros que invitan a disfrutar del entorno. (Gentileza: Sebastián Cúneo)

Hay que tener en cuenta que el recorrido propuesto consta de 45 kilómetros que, si bien es de dificultad baja, son suficientes para que, al terminar de rodarlos, saciar el apetito y descansar las piernas sean dos necesidades prioritarias.

A menos de un kilómetro de nuestro punto de partida ya nos encontramos rodando en plena calle de tierra y cruzando el vado del río de Ascochinga, rumbo al primer paraje en el camino: La Pampa. Para llegar allí sortearemos la única cuesta (aproximadamente 1.300 metros de trayecto) que puede representar cierto desafío, ya que posee una pendiente positiva de 4,1 por ciento. Nada que no pueda superarse con una relación de piñón grande y buena cadencia.

Al llegar allí nos encontramos con una bifurcación: sugiero tomar a la derecha para realizar la vuelta en sentido anti horario. Es más disfrutable, tanto por las vistas y paisajes que se abren en el camino, como por los momentos en que se presentan las subidas (al comienzo y a mitad del recorrido) y las bajadas (en la segunda mitad del paseo, cuando cierto cansancio se empieza a sentir).

Dificultad baja y paisaje para disfrutar. El recorrido propuesto consta de 45 kilómetros que invitan a disfrutar del entorno. (Gentileza: Sebastián Cúneo)
Dificultad baja y paisaje para disfrutar. El recorrido propuesto consta de 45 kilómetros que invitan a disfrutar del entorno. (Gentileza: Sebastián Cúneo)

Y hablando de paisajes, ya hemos dejado atrás los plátanos gigantes tan típicos de la zona señorial para adentrarnos en un camino de suaves ondulaciones, rodeado de chacras y ejemplares de chañares, algarrobos, talas, espinillos y toda la vegetación que hace de antesala al monte chaqueño serrano.

Después de 10 kilómetros aparece una nueva curva pronunciada, esta vez a la izquierda, nos pone en rumbo directo y tan solo a 600 metros de la Estancia Jesuítica Santa Catalina. Desde aquí, ya se dejan ver las dos torres de la iglesia, la principal construcción de un conjunto de edificaciones que constituyen el complejo de factura jesuítica que cuenta con más de 400 años.

Un alto en el camino

Sobran las razones para “apearse” en este punto. En primer lugar, la propia fachada de la iglesia y su explanada ameritan, más bien no dejan otra opción, una buena selfi que atestigüe el recorrido.

Por otra parte, el caserío que la antecede, construido en adobe, ladrillo y piedra, brinda a su sombra la frescura que sólo estos materiales son capaces de transmitir. Allí abre sus puertas aún y desde tiempos inmemoriales una proveeduría donde reabastecer provisiones.

Por último, la presencia de un grifo “de los de antes”, empotrado en una pequeña columna de ladrillos y que se encuentra bajo un tala que crece en la esquina frente al portón de ingreso a la iglesia. Esa canilla y su agua siempre fresca puede ser una visión celestial en tiempos estivales, convirtiendo más agnósticos a creyentes que la majestuosa edificación vecina.

Estancia Jesuítica Santa Catalina. Uno de los “premios” de este recorrido es llegar a la estancia jesuítica. (Gentileza: Sebastián Cúneo)
Estancia Jesuítica Santa Catalina. Uno de los “premios” de este recorrido es llegar a la estancia jesuítica. (Gentileza: Sebastián Cúneo)

Si bien el descanso puede invitar a extenderse en el tiempo, conviene comenzar a pedalear nuevamente, ya que aún quedan por delante poco más de dos tercios del recorrido.

A unos 15 minutos de haber dejado atrás la estancia jesuítica, por un camino con una pendiente casi imperceptible, arribamos a Colonia Hogar, otro paraje de pocos habitantes cuyo río, el Santa Catalina, nos acompañará a la vera del camino por el próximo par de kilómetros.

De allí hasta San Jorge, nuestro próximo punto geográfico de referencia, hay unos 12 kilómetros, donde salvo alguna que otra subida, el camino no presenta mayores desafíos más que retener en nuestros ojos y oídos la naturaleza que nos rodea.

En lengua originaria Ascochinga significa perro perdido, pero no aplica para usted que montado en su bicicleta solo tiene por delante los últimos 10 mil metros y, como recompensa, todos en bajada. La pendiente negativa llega a casi el cinco por ciento, así que a controlar frenos y a aguzar la vista ante posibles serruchos, zanjas y guadales, frecuentes en estos caminos. De esta manera, y casi sin darnos cuenta, habremos arribado una vez más al paraje La Pampa, y unos pocos minutos más tarde nos estará dando la bienvenida nuevamente el cartel de YPF A.C.A. desde el cual partimos.

Solamente nos queda compartir nuestra nueva historia en las redes sociales mientras descansa y comienza a planificar la bicicleteada del próximo “finde”, aun cuando hace instantes juraba, admítalo, no volver a subirse a una bici por un buen tiempo.

Momento "instagrameable". La propia fachada de la iglesia y su explanada ameritan una buena foto como recuerdo del recorrido.
(Gentileza: Sebastián Cúneo)
Momento "instagrameable". La propia fachada de la iglesia y su explanada ameritan una buena foto como recuerdo del recorrido. (Gentileza: Sebastián Cúneo)