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Villa Giardino: hallazgos en el jardín de Punilla

Relax. El marco de la localidad de Punilla permite conectar con la naturaleza.
Relax. El marco de la localidad de Punilla permite conectar con la naturaleza.

La “ciudad jardín” propone un recorrido con actividades y caminatas al aire libre, descubrir sabores y visitar un extenso camino para visitar a talentosos artesanos locales.

“Villa Giardino Mi Lugar”, dice la primera ubicación que figura en el buscador Instagram al momento de subir una experiencia de la localidad en redes sociales: la generosidad de las personas que la habitan y la naturaleza que abunda, lo hacen realidad.

En el valle de Punilla, sobre la ruta 38 de Córdoba, se llega al “Jardín de Punilla”, llamado así por sus árboles y plazas con flores bien cuidados. Además, “Giardino” (“jardín” en italiano) es el apellido de los primeros dueños de estas tierras.

Las opciones para disfrutar son variadas, desde adentrarse por los senderos con caminatas repletas de verde, compartir una tarde de té con tortas esperando el ocaso, hasta visitar el Camino de los Artesanos y conversar con la comunidad que potencia la identidad del lugar.

Aire libre activado

Reconectar con la naturaleza es la prioridad de los visitantes, y hay destacados que no se pueden pasar por alto. Dentro de las favoritas se encuentra la Gruta de Lourdes, que propone una caminata con vía crucis de muy baja dificultad y se realiza en 20 minutos aproximadamente (no se permite ingresar con vehículo).

Casi en la cima se encuentra la gruta, inaugurada en 1942 por los fundadores de la localidad, y unos metros más arriba se puede contemplar unos de los puntos panorámicos más lindos, donde no solo observa todo el pueblo, sino que también se ven las sierras muy de cerca: el mejor fondo para la selfie grupal.

El ambiente natural no se agota, y para disfrutar de tardes de sol se puede llegar caminando hasta la reserva ecológica natural y balneario El Portecelo. Se ubica sobre el río San Francisco y cuenta con estructura para asentarse con comodidad: asadores, estacionamiento, camping y confiterías. Para preservar el ecosistema, en las aguas abajo del balneario se ha demarcado un área como reserva natural, debido a la variedad en flora y fauna.

Entre los juncos, carquejas y totoras se pueden ver cisnes, patos, garzas y gallinetas. Por otro lado, para aquellos que desean armonía, a unos 20 minutos del centro está el arroyo los Quimbaletes, una alternativa a la que se debe ir preparado, ya que no cuenta con servicios.

Otro punto es el antiguo Molino de Thea, actualmente un mirador, símbolo de la Villa donde se pueden visualizar los márgenes del río Grande de Punilla.

Tiempo en el pueblo

Para ir en familia, el reloj floral ubicado en el pueblo es un sello de los giardinenses. Construido en 2010, tiene 12 metros de diámetro y de fondo se puede ver la casona municipal de 1940. Un dato de color: los números de madera que indican la fecha son cambiados manualmente cada día. A unos metros, se llega a una pista de skate para disfrutar.

En la plaza San Martín está la Feria de Artesanos y Productores, y en temporada suele haber espectáculos.

El camino impostergable

El plan más tradicional es recorrer el Camino de los Artesanos, un circuito de unos nueve kilómetros aproximadamente que conecta a Villa Giardino con La Cumbre. Y si bien se recomienda realizar el recorrido en bicicleta o en auto, también se puede hacer a pie.

El camino es de ripio, y de manera autoguiada se llega a una gran diversidad de atelieres y casas de artesanías que ofrecen productos regionales (dulces caseros y conservas), como obras de arte realizadas en un abanico de materiales como madera, hierro y metal. A su vez, se observan objetos de decoración e indumentaria para todos los estilos.

Escultores y pintores abren las puertas de sus casas para contar las historias de sus trabajos. A lo largo del recorrido se encuentran varias paradas imperdibles, como El Museo de la Chatarra, del artista Guly Silva, que sorprende con el desarrollo del uso de desechos de hierro y de otros materiales para crear piezas elocuentes que dan rienda suelta a la imaginación. El clásico, en varias versiones, es el Quijote de La Mancha.