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Villa Albertina: el norte cordobés también existe

Villa Albertina
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Este paraje está rodeado de un entorno natural que no deja de sorprender y que invita a sumergirse en un paisaje de campo con las sierras de fondo.

Planificar una escapada de fin de semana en la provincia de Córdoba no es tarea sencilla. Al repasar mentalmente aparecen unas diez áreas turísticas que siempre son una invitación para recorrer. Así es que tantas veces se rumbea hacia los mismos sitios. En esta oportunidad, la propuesta es apuntar al norte cordobés.

Bosques autóctonos, espejos de agua, ríos, sierras de palma e imponentes cerros rocosos son algunos de los paisajes que conforman Villa Albertina, un paraje lleno de encanto que vale la pena conocer o revisitar. Enclavada en el departamento Ischilín, se encuentra ubicada a 22 kilómetros de la Ruta Nacional 60 a la altura del kilómetro 786.

Es un pequeño paraje tranquilo rodeado de un entorno natural con campos hermosos y con las sierras de fondo donde la magia reside en lo simple y sobre la magia de la naturaleza. El acceso es por un camino de ripio que invita a disminuir la velocidad, a cambio del disfrute de un paisaje de campo, donde las casonas dispersas, la vegetación y animales dan la bienvenida a un pueblo rural.

El loteo en Villa Albertina es de los años 40. Comenzó con una ardua tarea de poblar los espacios verdes envueltos en un espacio natural. Con el tiempo, las familias fueron dejando esas casas y las mismas fueron ocupadas, años después, por nuevos habitantes. En cuanto a la infraestructura sigue conservando la fachada desde sus inicios. En la actualidad, cuenta con 70 habitantes aproximadamente que viven de sus producciones y de la cría de animales.

Para descubrir este paraje nada mejor que recorrerlo a pie. Animarse a caminar por sus callecitas de tierra, cruzar sus campos y el arroyo forma parte del periplo del norte cordobés. Parada obligada en la capilla, lugar testigo de las fiestas patronales, que se realiza en febrero, en honor a la Virgen de Lourdes. La celebración es la excusa que reúne a las familias de la Villa y vecinos de localidades aledañas. Las agrupaciones gauchas también participan y desfilan en la peregrinación para concluir, todos juntos, en el salón parroquial con un rico asado con cuero y empanadas. Los sorteos también forman parte del ritual de la festividad.

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Otro recorrido para agendar: la pileta que en tiempos pasados era abastecida por el agua del arroyo y consistía en un espacio de baño no solo para los lugareños sino también los vecinos de localidades cercanas. Llegaban en colectivo a pasar el día rodeado de un paisaje único y encantador.

Villa Albertina está rodeada de un ecosistema de característica xerófila donde las plantas y los árboles se adaptan a un entorno de pocas precipitaciones. Su suelo es árido, rocoso y su vegetación es asombrosa. Entre la variedad de árboles habita el Piquillín que tiene hojas coráceas y frutos que florecen en época estival. Entre los árboles se encuentran: el Tala que es de porte mediano y el Peje, también denominado como Sombra de Toro, que es un árbol de crecimiento muy lento, cuyas hojas son muy verdes y brillosas. También la Pichana, un arbusto de hojas largas verdes que en tiempos pasados la gente del pueblo usaba sus hojas para fabricar escobas caseras.

Entre la variedad de flores están La Chinita o Flor de papel, El Meloncito de Campo y La Santa Lucía, entre otras variedades. Además, muchas especies de plantas medicinales, como la Barba de roca. En tanto, entre la fauna podemos encontrar el puma, la vizcacha, los pecaríes y los zorritos que forman parte del paisaje.

Villa Albertina es un paraje escondido que demuestra que el norte cordobés también existe.

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