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¿Te animás a dormir una noche en una iglesia abandonada en medio de las sierras?

Roberto Molina es guía de turismo desde los 8 años. Organiza una experiencia que incluye el secreto mejor guardado de Calamuchita: la Quebrada de Yatán.   

Roberto Molina es guía de turismo desde los 8 años. Un poco por casualidad, porque la casa de sus padres estaba estratégicamente ubicada en La Cumbrecita, su ciudad natal, y otro poco porque desde siempre le apasiona el contacto con la naturaleza.

Hoy es uno de los nombres más buscados de la zona, para numerosas experiencias de turismo alternativo, desde pesca en rincones muy alejados, recorridos por el Río Subterráneo, trekking, paseos a la Garganta del Diablo o la cascada El Chorrillo, entre otros.

“Nací en el barrio de los mineros, entre el pueblo y lo que hoy es El Peñón del Águila”, cuenta Roberto. “Cuando todo eso era campo, la gente llegaba a nuestra casa de paso hacia el Remanso Negro, Lago Esmeralda, Lago Largo, o las Tres Cascadas”. Él, con apenas 8 años, llevaba a los turistas que querían conocer los rincones menos conocidos de los alrededores.

Ahora, Roberto vive en Villa General Belgrano, aunque sigue trabajando en su ciudad. “Mi hijo comenzó la escuela, y tengo la posibilidad que mis padres no tuvieron, de darle una educación que le permita una visión más grande del mundo, que pueda aprender idiomas”.

Él dice que siempre sufrió la diferencia muy marcada que existe en La Cumbrecita entre los descendientes de europeos y los nativos, y se propuso ampliar horizontes.

“Mi familia no tenía la posibilidad de mandarme a estudiar, y además mis papás eran no videntes”, cuenta Molina, quien luego de aquellos primeros trabajos de niño comenzó a trabajar en hoteles y restaurantes del lugar.

“Arranqué lavando copas, fui ayudante de cocina y luego mozo, pero siempre tuve la idea de crecer más. Sentí que era mi techo, porque pare el puesto siguiente al que podía aspirar, de recepcionista, que era como jugar con Maradona y Messi al mismo tiempo, mi nivel académico no lo permitía. Tenía que saber idiomas, redactar excelente”.

Modo natural

Roberto dice que en sus tiempos libres comenzó a hacer visitas guiadas muy tranquilas, y después de discutir con su patrón, tomó la decisión de dedicarse a plano.

“Desde siempre, con mis amigos íbamos a pescar al Río del Medio, al Arroyo de la Fuente, al Arroyo el Tambito, a Paso de Garay, a la Quebrada del Yatán, y siempre llevábamos gente que hacía pesca deportiva”, describe.

El mejor lugar para pescar es la Quebrada del Yatán, pero también dice que es muy complejo acceder. Hay una hora y media de caminata después de tres horas a caballo. Lo ideal es salir a las 4.30 de la mañana, y a las 9.30 estar junto al río.

“Recomiendo siempre pasar la noche, para poder aprovechar el amanecer y el atardecer, que son los mejores momentos para la pesca”, detalla. Dónde dormir, no es un problema. En Paso de Garay, que era el centro de esas sierras antes de que La Cumbrecita fuera pueblo, hay una iglesia y una escuela abandonadas, que sirven de refugio.

Está abandonada, pero no tanto. “Está mantenida por Albino Pereyra, un chico que sigue manteniendo la tradición, y que sostiene el lugar con aporte de quienes hacen las excursiones. Para esta experiencia, armamos un Vivac bajo las estrellas, comemos en el tinglado de la escuela, y dejamos una colaboración para que Albino pueda mantenerla”, describe Roberto.

“Él vive en Loma Alta con su familia, a dos horas de la iglesia. Pero todo eso es del campo que viene de su bisabuelo, y logra que eso se mantenga vivo”.

Roberto dice que hace salidas programadas hasta marzo, porque el resto del año no se puede por el frío. Antes, los grupos eran de 25 personas, pero ahora no superarán las 15 por las medidas sanitarias.

“Hay mucha gente a la que le gusta repetir la experiencia, pero también viene gente nueva todo el tiempo”, dice sobre el perfil de su clientela.

Para contactarse con Roberto Carlos Molina, llamar al teléfono (0354) 156453047 o escribir a excursionesencumbrecita@hotmail.com