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Subir al cielo en bicicleta

Demoledores pedaleos en el comienzo del camino hacia Los Linderos. En pocos kilómetros se impone una intensa trepada que el fascinante paisaje estimula.
Demoledores pedaleos en el comienzo del camino hacia Los Linderos. En pocos kilómetros se impone una intensa trepada que el fascinante paisaje estimula.

En Yacanto de Calamuchita se sentía ya la adrenalina ante el propósito de un grupo de amigos cuya meta fue llegar al cerro Champaquí, el más alto de la provincia. En bicicleta, hasta su vecino Los Linderos, y trekking hasta la cima.

Fueron los comechingones, cultura aborigen que poblaba las Sierras Pampeanas, los que llamaron Champaquí al cerro, nombre en cuya lengua significa “agua en la cabeza o agua en la cumbre”. Al llegar a la cima se desvela el motivo que tuvo esa etnia para llamarlo así.

El cerro Champaquí está a 42 kilómetros de distancia de la localidad de Yacanto, por el lado del cerro Los Linderos. Este último fue meta de la etapa de la travesía en bicicleta que se propuso un grupo de amigos (Facundo Simes, Carlos Alguacil, Mauricio Leiría, Daniel Zapata y quien suscribe). La segunda etapa fue una caminata de 40 minutos para hacer cumbre en el Champaquí y finalmente, descender en bicicleta a Yacanto.

A 130 kilómetros de la ciudad de Córdoba se encuentra Yacanto, localidad a la que se arriba desde Santa Rosa de Calamuchita de la cual la separan 28 kilómetros.

Yacanto es una villa hermosa que respira paz y cuyos habitantes reciben a los visitantes ávidos de información con calidez y experiencia. Es uno de los lugares turísticos de Córdoba que demostró mayor crecimiento en los últimos 10 años. Es por ello que quienes hace mucho no visitan la localidad y sólo recuerdan el almacén de ramos generales, al volver ahora, quedan sorprendidos por la cantidad de cabañas, los espacios destinados a la gastronomía y la infraestructura general de servicios.

Las opciones para hospedarse son muchas, atractivas y con una amplia variedad de precios. Si se desea pernoctar para emprender el viaje a la mañana siguiente, se tiene asegurado un reconfortante y reparador descanso, con noches bien frescas.

El grupo se decidió por la hostería Los dos pescaditos, ubicada en la salida hacia el Champaquí, donde tras desayunar con una vista magnífica del entorno, emprendió el ascenso. Antes, debió registrarse en la oficina que se encuentra en el camino a Los Linderos, trámite muy conveniente para controlar a los excursionistas y así evitar pérdidas de tiempo ante eventuales extravíos.

Ascenso. Ya a las 7 el grupo pedaleaba hacia el cerro Los Linderos. Los carteles indicaban que faltaban 42 kilómetros y estaban a 1.400 metros sobre el nivel del mar, es decir, restaba una buena subida en no muchos kilómetros.

El camino al comienzo es demoledor porque en los primeros diez kilómetros se sube hasta los 1.900 metros sobre el nivel del mar, y exige esfuerzos extras a las piernas.

La trepada no da descanso por eso se aprovechó la belleza del paisaje para hacer algunas escalas, sacar fotos a cascadas y a hermosas postales.

El camino se encuentra en buenas condiciones y se cruzan muchos vehículos que también buscan el cerro Champaquí. A mitad del recorrido un pequeño quiosco propone bebidas frescas y alimentos que sirven para recargar energías.

Del mismo modo, los mejores lugares para las tomas fotográficas están señalizados y son la excusa para una oxigenante detención.

A medida que se asciende se encuentran parajes más impactantes y se confirma que el valle de Calamuchita, con sus cerros, arroyos y abundante arboleda, es uno de los más bellos de Córdoba.

Cuando la marcha ya superaba las tres horas de subida se encontraba a 2.709 metros de altura, justo donde se encuentra la bifurcación que indica que sólo restan 10 kilómetros para llegar a Los Linderos. Hasta ese punto se desarrolla el mayor desafío, porque de ahí en más, el camino se reparte entre largas subidas y fuertes bajadas. Sin embargo, antes de llegar a los Linderos se presenta un último esfuerzo: una subida de piedra, de pocos metros pero que el cansancio acumulado y la altura se convierte en una prueba importante.

El primer pelotón del grupo llegó tras cuatro horas y media de pedaleo, el resto, más de cinco.

Llegar a los Linderos es una travesía muy reconfortante y concretarla en bicicleta significó un placer accesorio.

Ya en el lugar se descansó, se sucedieron las elongaciones y algunas breves caminatas antes de tomar la decisión de emprender el trekking hacia el Champaquí.

Hacia el techo de Córdoba. Caminamos 40 minutos para llegar a la cumbre. Desde Los Linderos el camino se encuentra bien señalizado aunque no es tan accesible para todas las edades ya que al esfuerzo hay que sumarle la cantidad de piedras del trayecto.

Al llegar, lo primero que se divisa es la lagunilla que se encuentra en la cumbre y que motivó el nombre que le impusieron los comechingones; luego, el busto del general José de San Martín que mira hacia la cordillera de Los Andes, una cruz y la Estación Meteorológica.

Desde los distintos ángulos de la cumbre la panorámica es sensacional y motiva a gatillar las cámaras. Todos los excursionistas experimentan una sensación muy especial e intransferible.

A 2.900 metros de altura se observan el valle de Traslasierra, Calamuchita y más lejano Punilla y es difícil describir el cúmulo de sensaciones derivadas de la exitosa travesía en bicicleta, seguida de la caminata. Lo vivido valió cada pedaleada y cada esfuerzo.

Descenso. La llegada al Champaquí satisfizo las expectativas del grupo, sin embargo, todavía quedaba algo más.

El ascenso en bicicleta demandó casi cinco horas pero el descenso fue en menos de dos horas, interrumpidas por un descanso en el camino.

Nuevas emociones y mucha adrenalina porque hay que atender al camino y cuidar el uso de los frenos.

Se pedalea muy poco y se disfruta mucho del viento, mientras de reojo se disfruta del paisaje, ya que un descuido puede ser muy peligroso por la velocidad del descenso.

A lo lejos se comenzó a divisar Yacanto, ya cuando las piernas acusaban el cansancio. En el cierre, la opinión general fue que se vivió una experiencia espectacular.