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San Jerónimo, el dique para detenerse camino a La Cumbre

Para sentarse a observarlo y pasar un buen rato o para recorrer sus alrededores, este embalse promete una parada rápida pero infaltable rumbo a La Cumbre. 

El primer dique de Sudamérica, con algo más de 70 años, tiene tonada cordobesa. Aquí, el paredón de la represa, con forma de arco, confluye alrededor de dos afluentes: los arroyos El Peral y Los Berros. Lugar para una cita obligada con la absoluta armonía de la naturaleza, la mejor opción es transitar sus alrededores a pie en otoño, donde los colores amarillentos y terracotas de la vegetación son un festival para la vista.

“Es fácil de caminar por sus senderos y lleven algo para picar en un impasse del recorrido”, responden los excursionistas que se encuentran por la zona cuando apenas uno arriba al lugar. El trekking comienza por la plaza céntrica de La Cumbre y sigue hacia el balneario municipal El Chorrito hasta encontrar el río San Jerónimo. Así, la caminata continúa sin alejarse de sus orillas, que guían hasta el dique homónimo. Si bien es pequeño en comparación con otros embalses cordobeses, San Jerónimo regala un entorno de tranquilidad entre sombras y tardes de mate en familia.

Cómo explorarlo 

Todo listo: mochila en mano y zapatillas cómodas para cruzar entre piedras y pasar por algunos troncos que unen los lados del río. La travesía tendrá como recompensa encontrarse con el Baño de los Dioses -donde hay una gran olla de agua, muy próxima al dique- y la cascada Huerta Mala. Para llegar a ella hay que subir por una ladera escarpada pero corta, que busca los caños de agua que se instalaron a comienzos de los años ´40. El lugar ofrece una vista única, que faldea a 100 metros del cauce del río.

Ambos recorridos son de fácil acceso y no demandan más de una hora. Es importante llevar bolsas de residuos, abrigo (refresca al atardecer), una vianda con comida y algunos litros de agua para hidratarse. Después de pasar por un pequeño puente de madera, el viajero emprende el tramo final hasta llegar al paredón de esta obra de ingeniería hidráulica, pionera en las sierras cordobesas. Desde el dique se puede observar una panorámica distinta y otro ángulo del paisaje.

Si se desea continuar, es posible llegar al Cristo Redentor, cruzando el pasillo del muro de piedra en dirección a la casa de retiro espiritual de los curas benedictinos. Desde allí, se toma el sendero que sube en forma empinada para luego concluir en la bajada que conduce hasta la reconocida escultura de siete metros de alto, tan característica de este rincón de Punilla.