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Por la senda de las buenas costumbres

En el corazón del Valle de Punilla, el Camino de los Artesanos, una experiencia mano a mano con los hacedores. Mucho para ver, comprar y aprender.

Los ocho kilómetros que unen Villa Giardino con La Cumbre trazan un circuito donde mandan la pasión, el oficio y la creatividad. La experiencia de comprar se enriquece en el diálogo con los productores, que reciben al público en sus talleres de trabajo. Hay tejidos, objetos de madera, lámparas, productos orgánicos, esculturas de hierro y diseños en joyería.

Actualmente tiene unas 20 postas y lo mejor es recorrerlo con el planito que entregan en los artesanatos.

Yen es de Rosario y trabaja la lana de oveja. Ezequiel es de Villa María, tercera generación de carpinteros (maravilloso el juego de la granja completo, a $ 600). En realidad, ambos son ya del Camino de los Artesanos, donde viven hace 10 años con su hija Felicitas. El local está integrado al taller y rebosa de hilados, accesorios y los originales “Patucos” ($ 450) para calzarse en el invierno. “Mantenemos el espíritu original de esta comunidad de artesanos. Nosotros vivimos acá, nuestra casa está atrás. Abrimos todo el año”, dice Yen.

La misma filosofía se cultiva en Lighuen. Las lámparas de pie ($ 1.350) y los faroles de hierro ($ 800) de la galería son la carta de presentación de Gustavo Callari, bonaerense instalado en las Sierras desde hace 17 años. Su esposa, Marcela Lomba, se dedica al ecoprint, una técnica de estampado botánico que aplica con mano precisa a distintas prendas de vestir (desde $ 800). El local tiene un sector de cosmética natural, también de factura propia.

Rosarino de origen y cordobés por elección, Guly Silva es un artista de la chatarra: puede convertir un vidrio, unas latas y un par de tornillos en una criatura deliciosa ($ 250). Su negocio tiene un parque de esculturas donde conviven un gigante oxidado, un perrito de chapa, un auto y un Quijote. Se llama “Museo de la chatarra” y está permitido sacar fotos. “Si no estoy acá, estoy en el taller. Tengo trabajo hasta que me canse”, se ríe.

También en hierro con madera y con vidrio, más adelante se destaca Garabatos, que tiene diseños originales y exquisitos como los de Mariposa, un local muy personal de accesorios e indumentaria femenina.

NOSOTROS MANTENEMOS EL ESPÍRITU ORIGINAL DE ESTA COMUNIDAD DE ARTESANOS. VIVIMOS ACÁ, NUESTRA CASA ESTÁ ATRÁS. ABRIMOS TODO EL AÑO.  

Textiles y telares

Frente a El Bosque, la casa de té más célebre de las sierras cordobesas a fuerza de una carta imbatible en un entorno sin igual, dos locales invitan con texturas y tejidos.

Entelarte propone confecciones de diseño artístico para mujeres y para niños. Para ver, los vestidos con motivos bordados en tela ($ 1.290), las ruanas y las carpetas tejidas al crochet de casi dos metros de diámetro: tres kilos de hilo rebosantes de colores ($ 2.700).

Al lado, en Textura, la estrella son las mantas y las alfombras de Omar Fabiano. Sigue siendo rosarino, pero lleva 31 años en el Camino de los Artesanos. Aprendió el arte del telar en Catamarca con las tejedoras de Belén y le transmitió esa pasión y ese respeto a su hijo Lucas. Juntos arman la urdimbre y enhebran los hilos del telar de cuatro lisos que se puede ver en el salón de ventas. Allí se sientan a tejer las alfombras de hilo –nobles, eternas, magníficas– que andan por todo el país ($ 2.500 el metro cuadrado).

Otra parada obligada es el local de Folguera-Goncalvez. Históricos también del Camino, animan uno de los artesanatos en placa y alpaca más importantes de todo Córdoba. 

ME APASIONÓ TANTO EL TEMA DEL TELAR QUE ME METÍ, INVESTIGUÉ. LAS TEJEDORAS DE BELÉN ENSEÑARON ESTE ARTE. LLEVO 31 AÑOS AQUÍ.  

Madre tierra

Los que honran la tierra integran otro grupo especial del paseo, como Los Jardines de Yaya, una granja que produce, elabora y distribuye productos orgánicos que se consumen en todo el valle y en los restaurantes de la zona.

Pero donde mejor se aprecia la naturaleza es en Lo de Nora, el vivero de herbáceas, perennes y crasas que armó con sus propias manos hace 35 años. Nora además prepara dulces, vinagres y chutneys. Nadie que ame las plantas debería irse del Camino sin pasar por ahí, y se quedará extasiado con ella y con su hija Emanuelle. El vivero se anuncia con un cartel a la altura del vado. Por favor, pasen y vean.

Datos útiles

De aquel mercadito

En los años \'80, la venta de productos artesanales se hizo en La Punilla, el mercadito que funda lugareños y nuevos vecinos del valle en el patio de la escuela Silvano Loza. Fue el germen del Camino de los Artesanos. Entre los pioneros estaba la familia Loza, descendientes del fundador de la escuela y los corazones del dulce de leche de las vacas de la finca familiar. Tercera generación dulce, Evangelina Loza se prepara en una paila de cobre para el mismo manual y otros con canela, jengibre, chocolate, ron, pasas o nueces. Los dulces loica son obligatorios. En el cartel, hay que desviarse 200 metros.

Paseo de compras

También hay negocios de artículos regionales y de ambientación. Yastay cumplió 10 años y se expandió en forma de paseo de compras. Tiene un almacén con vinos, quesos, dulces, aceites y alfajores regionales, y un completo rincón del asador. "Dentro del contexto de lo artesanal, ofrecemos también otras cosas", señala Romina Rojo, de La Falda. Gardenia, al enfrente, también vende artículos de decoración que no se producen en la zona y que conviven con la hermosa cestería de Copacabana en palma caranday.