buscar

Pedaleando en el corazón de las Sierras Chicas

La vida es cuesta arriba, pero la vista es genial. (Gentileza: Alucha Diaz)
La vida es cuesta arriba, pero la vista es genial. (Gentileza: Alucha Diaz)

De los múltiples circuitos con los que cuenta nuestra provincia, en esta oportunidad recomendamos uno que, salvo senderos, incluye todo lo necesario para practicar ciclismo de montaña.

A quienes el vicio de pedalear les gusta sazonarlo con paisajes, naturaleza y aire puro, el circuito de Colanchanga representa uno de esos lugares ideales, seguros y que, al final del recorrido, brindan esa sensación de estar más liviano no solo de cuerpo sino de espíritu.

Si a esto le sumamos una comuna que en los refugios para colectivos dispuso de viejas heladeras, todas debidamente decoradas y llenas de libros para hacer más amena la espera de la llegada del transporte, podemos estar seguros que el ambiente en todo el recorrido tiene algo de mágico.

En el recorrido se percibe una mezcla aromática de piquillines, cocos y manzanos de campo. (Gentileza: Sebastián Cúneo)
En el recorrido se percibe una mezcla aromática de piquillines, cocos y manzanos de campo. (Gentileza: Sebastián Cúneo)

Largamos con plato chico y piñón grande

El trayecto inicia en el desvío que parte de la avenida San Martín, a unos cinco kilómetros del centro de Río Ceballos, y comienza a subir hacia el dique la Quebrada -todo el paraje se encuentra dentro de la reserva hídrica La Quebrada-. Llegar a la altura del murallón es de por sí una prueba moderada para el motor de tracción a sangre, por lo que recomendamos comenzar esos casi primeros mil metros de manera suave con plato chico y piñón grande, que lo que sigue no son bajadas.

Hacia el tercer kilómetro del recorrido encontramos otra parada casi obligada, el quiosco-parador-comedor Nido Gaucho. Una empanada allí no será lo que los nutricionistas recomiendan, pero sí lo que un sibarita. Claro que si preferimos ir por lo sano mientras hacemos deporte, es un buen lugar para cargar combustible comiendo un turrón o una ración de dulce de membrillo, ya que a partir de este punto las subidas comienzan a sentirse.

Unos mil metros después cruzamos el único vado que encontramos en el recorrido. Pasarlo cual corredor de rally es toda una tentación, pero este río siempre trae agua, recuerde que el verdín en la superficie puede traer una mala pasada. Así que antes de ir abriendo las aguas cual Moisés moderno, enderece la bicicleta, no toque los frenos mientras cruza y pedalee parejo.

Recuerde, se trata de disfrutar. Aproveche el día. (Gentileza: Sebastián Cúneo)
Recuerde, se trata de disfrutar. Aproveche el día. (Gentileza: Sebastián Cúneo)

Avance que ahora viene lo bueno

Pendientes con un desnivel positivo se alternan con: el canto de cuanta ave habita la zona -que son muchas-, el sonido del viento en el monte serrano y la mirada impasible de algún lagarto overo al costado del camino.

Recuerde, no está aquí para ganarle a nadie, sino para disfrutar y disfrutarse. Sienta su cuerpo y hágale caso, mire… pero también observe. Necesita recuerdos para la larga espera hasta la salida del próximo fin de semana, así que pedalee a su ritmo. Suave, constante y liviano.

Una vez llegado al punto panorámico, nos daremos cuenta porque ya no hay más subidas y porque hay un cartel que lo indica, acomodar la bici junto al alambrado, subirse a las piedras que permiten otear aún mejor el horizonte y, mientras recuperamos el pulso habitual, respirar hondo y llenar cuerpo y mente de la quietud que transmite el paisaje. Les aseguro que la mezcla aromática de piquillines, cocos y manzanos de campo es terapéutica. No olvidarse de la selfie, si no hay foto no hay prueba de su salida ni de su logro. La señal es casi nula así que deberemos esperar a la vuelta para subir la historia en Instagram.

Todo el año es buena temporada para visitar este recorrido. (Gentileza: Sebastián Cúneo)
Todo el año es buena temporada para visitar este recorrido. (Gentileza: Sebastián Cúneo)

Ya solo queda volver, lo que implica bajar. Si continuamos, a unos 800 metros sale el Camino del Cuadrado que conduce a Valle Hermoso. Controlar los frenos, aflojar la suspensión de la horquilla y conservar la derecha. Ir cuesta abajo suele ser una invitación a sentirse atleta y querer realizar alguna proeza digna de un video de Red Bull o GoPro. Olvidémoslo, el camino suele tener muchas zanjas y serruchos, además de curvas cerradas. Dedos índices siempre sobre las manetas de freno y a la hora de moderar la marcha, el freno delantero debe recibir entre un cuarto y la mitad de presión que el trasero.

De acuerdo a los eruditos, el nombre Colanchanga significa: la hembra de jote descansando en las corrientes aéreas, pero bien podría traducirse como: quién me manda a hacer estas subidas en bicicleta. Cuando se encuentre allí pedaleando trate de recordar, además de a la madre de este humilde relator, este consejo: llegar arriba vale el esfuerzo. A rodar la vida.

Te puede interesar: